Desde Mi Cielo

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Desde Mi Cielo

Por: J.M.C.

Relato corto: Desde Mi Cielo

Querido hijo:

Hoy, he sentido la necesidad de escribirte esta carta, porque veo que no acabas de vivir ese presente, que te pertenece y mereces, atado a recuerdos, que yo ahora sé, estás viviendo.

Nuestro Amor, fue y será muy grande; nunca dejaremos de comunicarnos, pero ya no voy a consentir que sea en el dolor, tu dolor, porque yo ya estoy por encima del pensamiento y sentimiento humano. Esos pensamientos y sentimientos, que me hicieron ser protectora y egoísta, a los que tú no supiste, o no quisiste enfrentarte porque, no me cabe la menor duda, siempre has vivido y aún vives con un continuo y limitador sentimiento de culpa. Te aceptas sí, pero te sientes en la obligación de no defraudar a los demás, cuando, simplemente con ser como eres, con tus luces y sombras ya es más que suficiente, eres un lujo para todos aquellos con los que compartes tu vida, y no es pasión de madre.

Sé que me hechas muchísimo de menos; nuestra relación fue muy especial, pero para ti significó renuncias que, aunque las hicieras de corazón, en tu interior sabías y ahora más, que no me tienes físicamente a tu lado, era dar mucho más de lo que lógicamente, por amor a mí, tenías que dar y yo, aunque consciente de ello, no fui lo suficientemente generosa -el Amor de madre es egoísta y temeroso-, para abrirte la puerta y dejarte, incluso empujarte, a volar.

NO es tarde, cariño mío, te lo digo de verdad, créeme, simplemente da un salto de fe en ti mismo; defiende tu vida, imponte ante quienes quieran, muchas veces con muestras de cariño, quererte como ellos quieren y no como eres.

Sigue siendo generoso, es imposible que seas de otra manera, pero protegiendo tu corazón; eso evitará que luego te arrepientas, si no recibes el trato que te mereces; no cambies en ti, nada más que lo que a ti te duela; no me eches de menos, porque estoy contigo en cada respiración y latido de tu corazón, pero ahora, como debe de ser, en libertad.

Nunca te voy a decir adiós, me fui, porque mi camino se había terminado, había llegado a mi meta humana y mi cuerpo físico ya no podía aguantar más. No sufras pensando que fue injusto que, alguien como yo, que nunca había hecho daño, al menos conscientemente, tuviera que pasar por unas enfermedades tan terribles, como la ceguera y el cáncer, pero así fue y algún día, cuando sepas escuchar, comprenderás ese refrán que dice: Dios escribe derecho con renglones torcidos, es cierto, pero cada uno de esos renglones, nosotros, estamos condenados a ser felices, solamente es cuestión de tiempo.

Como sé que te gustan los boleros, que sabes bailar tan bien, me voy a despedir, de esta etapa de tu vida -aunque seguiré en todas las demás-, con un trocito de uno que dice una verdad no negociable:

NOSOTROS QUE DESDE QUE NOS VIMOS AMÁNDONOS ESTAMOS
NOSOTROS QUE NOS QUEREMOS TANTO DEBEMOS SEPARANOS
NO ME PREGUNTES MÁS
NO ES FALTA DE CARIÑO, TE QUIERO CON EL ALMA
TE JURO QUE TE ADORO Y EN NOMBRE DE ESTE AMOR
Y POR TU BIEN TE DIGO ADÍOS

Adiós al dolor; a la culpa;, a los arrepentimientos; a la soledad del alma, estar solo físicamente, puede ser, a veces, una bendición.

Bienvenida NUEVA VIDA, discúlpalo porque te hizo esperar tanto.

Querido hijo, quiéreme de verdad y demuéstramelo siendo FELIZ

Volveremos a vernos, pero sin prisas, tú y yo tenemos mucho trabajo, cada uno en su Cielo.

Te Amo.

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