Dopaplasa

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Dopaplasa

Por: Jueztedín

¿Llevás los documentos nene? No te olvides el pañuelo y la plata…¡y un saquito para la vuelta!-

Tal vez Zak Voor Terugkeer arrastre este hábito por simple precepto materno.

Sería una de las pocas explicaciones que justificarían su obsesión por llevar esas y otras tantas cosas en los viajes.

Porque a los clásicos recordatorios maternos de su época juvenil con el tiempo le fue agregando otros elementos. Previsiones le llamaba él.

La situación se volvía más engorrosa porque Zak trabajaba de viajante de comercio, por lo que sus desplazamientos eran permanentes. De Puerto Umbrales a Tres Sauces y de La Sentenciosa hasta Villa Postrero, pasando por cientos de pueblos rurales.

En el primer viaje llevó lo que la madre siempre le reclamaba y que él sintetizaba con un dopaplasa. A esto le pareció conveniente agregar un paraguas, el sacacorchos, la tijera de uñas, un mazo de barajas y el ukelele. Por lo que dopaplasa pasó a ser dopaplasapasatijmazuk.

Esto iba en sus maletas agregado a los elementos que acarrea cualquier persona normal en un viaje (ropa, calzado, algunos remedios, elementos de higiene personal y todo lo necesario para su labor).

En sucesivos viajes la carga era cada vez mayor. Las elecciones no eran antojadizas, Zak tenía argumentos para todo elemento que agregaba a su equipaje.

La Biblia es fundamental, sobre todo para las turbulencias en los viajes por avión. También sería un buen gesto humanitario llevar un Corán, por si al lado se sienta algún musulmán.-reflexionaba.

Hacía una severa inspección ocular presintiendo lo que podía resultar necesario fuera del hogar.

Es cierto que muchas de esas cosas las podría adquirir en el lugar de destino, pero… uno puede llegar fuera del horario comercial.-fundamentaba.

Un par de broches de ropa pueden tener múltiples usos: sostener papeles, paquetes de comestibles a medio consumir o sujetar la suela despegada de un zapato. ¡Y hasta para colgar la ropa! Lo mismo que un florero. No creo que nadie me regale flores pero si pasa… Además pueden no regalarme flores pero sí obsequiarme un pescadito. Y se puede usar para hacer un coctel o para dejar remojando las medias con jabón. El día de mañana será útil para la dentadura postiza. Lo que no puede faltar es una caja de fósforos. Ni una lupa, un dado, el globo terráqueo y mucho menos un candado.- afirmaba.

Claro que con estos agregados su sistema mnemotécnico le resultaba sumamente complejo, dopaplasapasatijmazuqbicorbroflocajlupdaglocan no era algo fácil de recordar.

Pero eso era un problema menor al lado del abultado equipaje que debía trasladar en cada viaje. El hecho no sólo resultaba complicado sino también oneroso, se le iba gran parte de su ganancia en trasladar los bártulos, los excesos de equipaje y el uso de lockers en las estaciones terminales.

Cuando se disponía a cargar a su mujer dentro de un baúl Zak prestó atención a su consejo.

Así no podemos seguir. Me parece que vas a tener que consultar a un profesional.

Creyó que ella se refería a un despachante de aduana o a algún experto en embalaje.

Entendió el mensaje cuando Carmeliña lo acompañó hasta la puerta del licenciado Miranda.

Se recostó en el diván y pensó que estaría bueno llevar algo así en los viajes, era más cómodo que cualquier cama de hotel.

Zak habló de sus relaciones familiares, evocó la infancia y recordó las pertenencias de aquellas épocas.

En el siguiente viaje agregó en su bagaje un balero, el auténtico Yo-Yo Russell y el álbum de figuritas al que tan solo le faltaba una para completar.

La de Puntorero, el mediocampista de Atlanta.-rememoró en un susurro.

En este caso el motivo del traslado estaba bien fundamentado.

La figurita debe ser pegada en el momento en que es hallada.-sostenía con una lógica propia.

Luego de la primera consulta terapéutica los traslados le resultaron más livianos.

Se repartían los bultos entre él y el licenciado Miranda (que a partir de allí lo acompañaría en todos los viajes).

Con el tiempo hasta las cuatro manos resultaron insuficientes.

Se vio obligado a contratar a dos maleteros y a un changador.

Tal era la cantidad de objetos transportados que le resultaba muy complejo controlarlos.

Zak creía que a Carmeliña se la había olvidado en alguno de los viajes, en aquel baúl o en la bolsa marinera.

Él nunca lo iba a entender.-se escuchó decir a la mujer en su casa paterna de Villa Mercedes.

Sin mnemotecnia que alcanzara, ni tiempo para realizar inventarios, empezó a sufrir algunas pérdidas u olvidos: el candelabro, los sahumerios, el cuadro genealógico, los binoculares, el licenciado Miranda y las guirnaldas navideñas.

Mas hubo un faltante que preocupó sobremanera a Zak Voor Terugkeer. Algo sin lo cual no se permitía volver al hogar.

Un descuido imperdonable que lo hizo recorrer cada uno de los lugares visitados en su larga historia laboral. Una búsqueda infructuosa acompañada de una voz retumbando en su cabeza, martillando una y otra vez la misma frase.

…¡y un saquito para la vuelta!-

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