Por: Sonia Ruiz Corcos

Hay que ver lo que ha cambiado la vida en unos pocos años…

Antes yo podía trabajar en cualquier oficio que me gustara simplemente con hablar con el patrón y superar unos días de prueba.

Ahora todo se ha complicado y cada vez pasamos más necesidades, al grupo de trabajadores ya nadie los quiere, por eso me puse muy contento al encontrar mi nuevo empleo.

Empiezo mañana, es una gran responsabilidad, he de concentrarme y tratar de hacerlo bien.

Sé que no es sencillo, por algo nadie quiere este oficio, pero alguien ha de hacerlo y yo estoy dispuesto a todo con tal de tener un sueldo; y cuando digo todo es todo, sí señor, no me falta convicción.

Será difícil al principio, no lo niego, hasta que aprenda y vaya adquiriendo destreza.

Algún día me acostumbraré y lo haré de forma mecánica como en tantos otros trabajos, cumpliré el horario y me iré a mi casa, tratando de desconectar y seguir con mi vida, será complicado…

Es un trabajo como otro cualquiera, me repito desde el atardecer tratando de justificarme porque sé que no es cierto.

Llevo horas planteando y replanteando…

Es un empleo, y necesito trabajar…

Mañana me estreno y aún no sé si seré capaz…

No he querido ver a las personas que recibirán mi servicio, o sus rostros me atormentarán por la eternidad.

Ser verdugo es un trabajo como otro cualquiera, me repito de nuevo y cada vez me lo creo menos.