Por: Lunaluz (12 años)
Me olvidé. Me olvidé durante mucho tiempo de los pequeños problemas, porque a veces
pensamos que nuestros problemas son los más grandes del mundo, pero nunca pensamos que hay
problemas mucho más grandes que los nuestros. A esta reflexión llegué desde que conocí a
Sebastián.
Cada tarde al salir del cole, de camino a casa, me encantaba pasar por la biblioteca y
observar los grandes tesoros que se mostraba n en aquel lugar, los libros. Adoro leer y en cada libro
me sumerjo en una historia distinta, imaginaria pero muy real. Una tarde fría de invierno, cuando
salía de la biblioteca, vi sentado en un banco de enfrente un señor mayor, con gafas, bastón, de pelo
blanco, bigote y abrigo de cuadros. Me llamó la atención de que en sus manos sostenía un libro, al
que miraba minuciosamente. Me acerqué a él y le pregunté qué hacía allí sentado con el frío que
hacía. Apartó su mirada un momento del libro y mirándome fij amente me respondió que intentaba
“no olvidar” y continuó mirando el libro. Atónitamente continué mi camino a casa. Al siguiente día
volví a pasar por delante de la biblioteca y ahí estaba otra vez sentado aquel señor mayor con un
libro en sus manos. Esta vez quise saber más de él, así que, con el desparpajo que me caracteriza me
senté a su lado y vi que el libro que tenía lo había leído antes yo y empecé a resumirle la historia.
Atentamente me escuchaba y con media sonrisa me dijo su nombre, Sebastián se l lamaba. Era una
persona que transmitía mucha serenidad y cariño, pero también había tristeza en su mirada. Cada
día, cuando volvía del cole, me pasaba a saludarlo y de camino echábamos un ratito juntos de risas
y compañía. No hablaba mucho, pero por lo poc o que contaba parecía que la vida no le había
tratado muy bien. Me contó que tenía una hija pero que vivía en otro país y que hacía mucho que no
la veía, por lo que decía que estaba completamente sólo. Le encantaba pasar la tarde conmigo
leyéndole cuentos y a mí me encantaba leérselos. Nuestras largas charlas hacían que me olvidara de
mis problemas y él cambió, ya no era el señor de triste mirada perdida que conocí aquel día.
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Pero un día, que como siempre me dirigía al banco a pasar la tarde con SebastPero un día, que como siempre me dirigía al banco a pasar la tarde con Sebastián, él no ián, él no estaba. Y así un día y otro día, hasta que la bibliotecaria se dirigió a mí y me dio una carta. Me dijo estaba. Y así un día y otro día, hasta que la bibliotecaria se dirigió a mí y me dio una carta. Me dijo que se la dio Sebastián días atrás pero que no se acordó de dármela antes. Me senté a leerla en el que se la dio Sebastián días atrás pero que no se acordó de dármela antes. Me senté a leerla en el banco:banco:
“Querida Sofía, jamás podré agrade“Querida Sofía, jamás podré agradecerte todo lo que has hecho por mí durante este tiempo. certe todo lo que has hecho por mí durante este tiempo. Sabes que no he tenido una vida fácil y aquella tarde en el banco me dio la oportunidad de Sabes que no he tenido una vida fácil y aquella tarde en el banco me dio la oportunidad de conocerte. ¡Bendito el día que te conocí!. He sido muy feliz con tu compañía y gracias a ti he conocerte. ¡Bendito el día que te conocí!. He sido muy feliz con tu compañía y gracias a ti he olvidado la soolvidado la soledad e incluso mi salud ha mejorado. Pero ahora debo marchar, ha regresado mi ledad e incluso mi salud ha mejorado. Pero ahora debo marchar, ha regresado mi hija y quiere que me vaya a vivir con ella y con su familia. Sé que esta noticia no será muy hija y quiere que me vaya a vivir con ella y con su familia. Sé que esta noticia no será muy agradable para ti, para mí tampoco. Recuerda que siempre estarás en mi corazón“nietaagradable para ti, para mí tampoco. Recuerda que siempre estarás en mi corazón“nieta” mía. Te ” mía. Te quiere mucho tu “abuelo” Sebastián”.quiere mucho tu “abuelo” Sebastián”.
No pude contener las lágrimas leyendo su carta, por un momento sentí como si hubiese No pude contener las lágrimas leyendo su carta, por un momento sentí como si hubiese perdido a un ser querido, como si hubiese perdido realmente a mi abuelo. En ese justo momento la perdido a un ser querido, como si hubiese perdido realmente a mi abuelo. En ese justo momento la puerta de un coche se abrpuerta de un coche se abrió y de él salieron Sebastián y su hija. Los dos nos fundimos en un fuerte ió y de él salieron Sebastián y su hija. Los dos nos fundimos en un fuerte abrazo. Cual fue mi sorpresa cuando su hija se acercó a mí y cogiéndome las manos, me agradeció abrazo. Cual fue mi sorpresa cuando su hija se acercó a mí y cogiéndome las manos, me agradeció la compañía que le había dado a su padre que vivía con ellos enfermo de alzhéimer, qula compañía que le había dado a su padre que vivía con ellos enfermo de alzhéimer, que había e había mejorado bastante su enfermedad desde que yo le leía libros, pero que ahora se mudaban a otra mejorado bastante su enfermedad desde que yo le leía libros, pero que ahora se mudaban a otra ciudad y no iba a poder verlo como hasta ahora.ciudad y no iba a poder verlo como hasta ahora.
Sebastián se fue y una parte de mí se fue con él. Pero desde el fondo de mi corazón siento Sebastián se fue y una parte de mí se fue con él. Pero desde el fondo de mi corazón siento alegría, alegralegría, alegría porque con tan poquito entregado, algunos ratos de risas y charlas he ayudado a una ía porque con tan poquito entregado, algunos ratos de risas y charlas he ayudado a una persona a no permanecer en el olvido, porque son personas inocentes, llenas de amor y de cariño y persona a no permanecer en el olvido, porque son personas inocentes, llenas de amor y de cariño y que todos debemos ayudarles a recordar y no olvidar jamás a estos seresque todos debemos ayudarles a recordar y no olvidar jamás a estos seres tan maravillosos.tan maravillosos.
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