El Grillo con Botas

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El Grillo con Botas

Por: Tamara

Crispín era un grillo común, vanidoso y muy excéntrico, se pasaba la vida saltando de aquí para allá haciendo cri, cri, cri y pavoneándose entre los demás grillos. Un día pasó por la vidriera de una peletería y vio unas botas despampanantes que estaban en exhibición, se volvió loco pensando en cómo se las compraría y se vería con ellas puestas. Esto no se apartó de su mente ni un momento y se lo comentó a su primo el saltamontes, el que le dijo con un poquito de envidia:
—Crispín esas botas están hermosas pero cuestan mucho dinero. ¿Cómo te las vas a pagar?

—¡No sé!… cantaré sin descanso en todos los rincones del planeta hasta que pueda reunir el dinero y me las pueda comprar.

El saltamontes lo miró y no le dijo nada, porque cuando se le metía una cosa en la cabeza era más terco que una mula.

Pasaron los días y Crispín chirriaba como un demente tratando de recaudar su dinero. Por acá le daban algunas monedas, por allá le tiraban un zapatazo, por acullá le daban azúcar y así le iba pasando.

Estaba tan flaco que parecía un pelito, hasta que por fin reunió todo su dinero y se fue corriendo de alegría bien temprano en la mañana a comprarse las botas de su sueño.

Cuando se las puso, no podía ni levantar las patitas para caminar y mucho menos para saltar y tenía que usar sus pequeñas alas para poderse ayudar, y aunque se había creado un problema, no le preocupaba porque decidió ponerse sus botas a pesar de todo. ´´Él era muy original´´ ¡era un grillo con botas!. La envidia del barrio de Grillilandia y, aunque caminaba con dificultad, tampoco quería demostrarlo. Ya al finalizar el día, tenía tanto dolor que no pudo ir a la competencia de grillos donde se premiaba al mejor chirriador de alas, y esto no le preocupó porque él… tenía botas, ‘pero llegada la época del apareamiento los grillos comenzaron a rondar a las grillas y éstas escogían a su amor por el chirrido, y como él apenas podía mover sus alitas los sonidos eran los más bajos de todos los grillos, apenas se escuchaban y esto, tampoco le importó , El… tenía botas.

Así fue que Crispín ya empezaba a sentirse solo, no tenía amigos y ya no chirriaba como antes, no le daban monedas, ni le daban azúcar y en el peor de los casos tan siquiera le tiraban un zapatazo, pues ya no existía para los mortales y pensó que sus botas le pesaban mucho y estaba triste, por lo que decidió que ya no las quería más y que se las regalaría a su primo el saltamontes que lo había visto mirarlas con cierta envidia.

Las echó en una jaba de nailon y se fue a buscarlo y cuando éste lo vio le dijo:

—Hola primo grillo ¿Qué haces tan temprano por aquí?

—Pues nada, te traigo de regalo estas botas que también vi que te gustaban y a mí ya me tienen un poco harto.

El saltamontes los tomo rápidamente y se las puso emitiendo un chirrido de felicidad y aunque sintió que le pesaban un poco y le dificultaba frotar sus paticas para llamar a sus amigos se fue volando dándole las gracias a su primo el grillo.

Crispín la vio alejarse pero a la vez su corazón se expandió de alegría, algo había cambiado en él, no sabía descifrarlo pero se sentía libre… sin darse cuenta sus patas eran más ligeras, sus alitas empezaron a moverse a gran velocidad, su «cri, cri» era tan alto, que volvió loco a todo el mundo nuevamente y oyó que alguien le tiró un zapatazo. Y este sonido él lo consideró el más hermoso que había escuchado en toda su vida, puesto que por fin lo volvían a notar, y salió saltando a gran velocidad para otro lugar… y frotó aún más rápido sus alas y su Cri,cri, cri fue aún, más alto y alguien preguntó:

—¿Dónde estará ese grillito que de seguro tiene hambre?. Y una hojita con azúcar vio acercarse hacia él invitándolo a comer y cogió tantas energías que se fue para el jardín donde se puso a chirriar aún más alto, cuando vio a una hermosa grillita que venía en su búsqueda, ambos se miraron y él le confesó, que era la grilla más linda que había visto en su vida y tocándose alegremente las patitas se fueron dando saltitos para el barrio de Grillilandia , donde fueron la pareja más feliz que pudo existir en ese lugar… cuentan los demás grillos que éste le enseñaba a sus hijos la importancia de cultivar la amistad y el amor y de no ser tan vanidoso.—hola primo grillo ¿qué haces tan temprano por aquí?

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