El Pantano

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El Pantano

Por: María Molina

Mi pueblo fue uno de los que quedó sumergido bajo las aguas. Todos los años en mi cumpleaños me dirigía a ese lugar para recordar tiempos pasados.

Al acercarme vi que al haber llovido menos, la torre de la iglesia asomaba en medio de las aguas , como si quisiera emerger sobre ellas, desafiando a los que quisieron cubrirla, haciendo que mi pueblo fuera un pantano.

Me sentí tan atraída por ella que me fui a casa , me puse el traje de buceo y me dirigí de nuevo a mi antiguo pueblo.

Recorrí las calles por las que antes jugaba, buceando pasé por delante de mi escuela, la tienda donde comprábamos nuestras golosinas y hasta la plaza, donde ponían los columpios en los días de feria.

Llegué a la puerta de mi casa. Fue tal mi emoción que la bombona de oxígeno soltó más burbujas de lo habitual, al verse mi respiración alterada.

Intenté abrir la puerta, la presión del agua me lo impedía, de pronto se abrió, misteriosamente el agua se detuvo delante de la casa, como si respetara ese sitio, pude entrar caminando y una luz blanca , esplendorosa, iluminaba la estancia.

Empecé a oír risas y voces que me resultaban conocidas. Me dirigí hacia ellas, sin querer creer lo que estaba pasando y allí estaban todos, los familiares que había perdido, mis abuelos , mis padres , mis tíos , mi Nene , un primo que había sido cómo un hermano y que yo llamaba así, hasta los perros que nos habían ido dejando a mis hermanas y a mí.

No podía creer tanta felicidad. Los comentarios se sucedían con rapidez.

— ¡Qué graciosos tus nietos!, decía mi madre.

Mi padre me dijo:

— El chavea hablando alemán, es para comérselo — Los dos estaban muy orgullosos de saber, que Mari- Luz, mi hermana, había acabado la carrera de derecho, pero al hablar del nieto que ellos habían criado y que también había terminado ya en la universidad , se les iluminaban los ojos.

Mi padre me dijo:

—Javier se parece mucho a mí y como me ha conocido menos, ya que fallecí cuando ese nieto era muy pequeño, intento que tenga mis gestos, para que reconozcáis en él algo mío.

Yo no daba crédito, estaba aturdida, había soñado tanto con éste momento… Nunca pensé que se podría producir estando viva, entonces empecé a dudar. Tal vez al ir a coger el traje para poder sumergirme, habría sufrido algún accidente y habría podido traspasar esa barrera, pero ellos me sacaron de dudas.

— No te preocupes, estás viva, lo que pasa es, que has atravesado una línea que han ido creando tus ganas de reunirte con nosotros. Cuando por la noche nos invocabas, recibíamos tu deseo de vernos y a fuerza de hacerlo, se te ha concedido. La única norma que esto tiene es que sólo podrás vernos en este día, una vez al año, mientras que no desveles a nadie nuestro secreto. Hasta que pases a este lado, que como verás no es tan malo, tendrá que ser así.

Al regresar a casa, me sentía feliz. Había perdido totalmente el miedo a la muerte y, aunque me cuesta mucho mantener el secreto, cuando pienso en ellos lo hago con otra alegría y en cualquier hecho de mi vida, miro al cielo, sabiendo que ellos lo estarán viendo. Cuento los días para mi nuevo cumpleaños, que me permitirá reunirme de nuevo con ellos.

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