Tres Noches y Un Cementerio

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Tres Noches y Un Cementerio

Por: Helze

—El treinta y uno, el 31 de Octubre, visité el cementerio. Repetía Carlos sin cesar.

—Y, ¿fuiste con tu ligue?, ya sabes ese atractivo hombre que…

—Es una chica, Mauro, ¿no recuerdas? Me la presentó Mariano, tu vecino.

—Ostias, es verdad, bueno…., la llevaste.

—Sí, pero fue bastante mal.

—¿Por?, ¿Qué pasó?

—Mira a mí se me ocurrió ir al cementerio porque me parecía romántico. Tumbas, comida, sentados, Halloween… Pero no fue como esperaba. Primero dice que no salta pues es una gilipollez, luego dice que se le mancha la ropa, dios qué desesperante. Así que me acerco y la digo: si no quieres que se te manche quítate la ropa. Y zas una ostia.

—Normal, tío, pero cómo conseguiste que se quedara

—Ni puta idea, pero conseguí tocarle un poco las tetas.

—Qué asqueroso eres. Normal, que hayan pasado 2 semanas y no te hable. Seguro te bloqueó. Pero yo tengo hoy una cita, te copiaré algunas cosas, a ver qué tal me va.

—Y bien, ¿Cómo te fue ayer?, preguntó Carlos a Mauro

—Mira, igual o peor que a ti, por eso voy a probar con los tíos.

Le da un beso a Carlos, mientras éste trata de apartarse.

—Macho, a mí no me morrees que te doy.

—Tranquilo, que es que con las cervezas y tal… Además por qué no probamos. Nos vemos en una hora en el cementerio, coge comida y nos vemos allí.

—Vale pero con una condición, que no se lo contarás a nadie.

—Vale.

—Bueno ya estamos aquí, veo que ya has puesto la sábana.

—Sí, te estaba esperando.

—Toma anda, aquí está la comida.

Así estuvieron comiendo y riendo hasta que Carlos le pide disculpas a Mauro por lo que pasó en el bar y le besa. Mauro ilusionado le da un abrazo agarrándole por la cabeza y va bajando su mano a través de su torso hasta llegar al pantalón de Carlos. Aunque Carlos al principio reniega, tras varios intentos por fin lo logra.

—Al fin Carlos, me ha costado, pero no te vas a arrepentir.

Le abre el pantalón desabrochándole lentamente y después con delicadeza le baja la cremallera.

—Mauro, espera, ahh, no vayas, aaahh, tan, tan rápido.

—Tranquilo Carlos, dentro de poco te gustará. No voy rápido. Seguro que en un rato ruegas por más.

Tras unos intensos 5 minutos Carlos baja el pantalón a Mauro y le pide que se dé la vuelta. Tras susurrarle, tenías razón se da la vuelta y deja a Carlos introducirse en él. En ese momento aparece el sepulturero.

—Putos maricas salid de mi cementerio.

—¡Gays! —gritan ambos al mismo son, a pesar de que aún está Carlos dentro de Mauro.

A la mañana siguiente se despiertan los tres en una cama, Carlos y el sepulturero sin ropa y Mauro con unos calzoncillos que no son suyos. Aparece la mujer del sepulturero.

—Ostias, Pedrín, ¿Qué coño ha pasado?

—Paqui, te lo contaría pero no recuerdo nada. Dice el sepulturero con una botella de vodka en la mano derecha.

—Todos fuera. Grita la mujer del sepulturero. Tu también Francisco, no quiero volver a verte.

—Hola —Dice una persona de color de fondo.

—Bueno puedes quedarte, esto es porque algo me olía.

Tras una tormentosa discusión y un par de lágrimas… Así acaba una infestuosa… Noche en el cementerio.

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