En Busca del Valor Auténtico

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En Busca del Valor Auténtico

Por: Elena Heredia Cuarteto

Ya no aguantó más. Cayó de rodillas y dejó escapar su dolor. Sus lágrimas que llevaban días reprimidas brotaron sin control ninguno. La situación la quebró, o quizá fue la angustia propia de haberse intentado ver de forma tan valiente la que hizo que se rompiera en mil pedazos y llorara hasta caer exhausta.

¿Qué consuelo puede dársele a una persona que después de hacer hasta lo imposible y no ha podido alcanzar lo soñado?

Es injusto, pero… ¿Quién dijo que la vida es justa? ¿Quién dijo que nuestros actos son correctos y que debemos trabajar en una línea fijada por alguien que en su día así lo decidió?

La vida pasa y deberíamos de vivirla de la forma que decidiéramos, o debiéramos poder estudiar o trabajar en aquello que nos pudiera dar alas para poder alcanzar nuestras metas más deseadas o bien en aquello en lo que realmente seamos buenos o incluso excepcionales… pero no. La vida a sorbitos no da esperanza ni desesperanza, ilusión o desilusión, pero desde luego no nos deja nada claro o en el mejor de los casos no nos cede unas pinceladas dudosas.

Pero ella llora
Llora porque se siente sola
Llora porque no le gusta la imagen que le devuelve el espejo
Llora porque se considera un fraude y nadie especial
LLora porque lleva tanto dolor cargado a sus espaldas, que en algún momento dejó de ser quien solía ser

No lo sabe, nada le importa. Está cansada de ser fuerte y hacerse la dura en un mundo que no la comprende. Un mundo que no le da tregua a su yo interior. De desarrollarse, de expresarse y de ser quien ella desee ser.

Muchos incluso se atreverán a juzgarla y a llamarla cobarde. Se atreverán a decir que no es nadie y que no lo merece. Le dirán que quién se cree ella para poder decidir, pensar o incluso ilusionarse por soñar.

Los pensamientos se volverán dañinos haciendo más presión en las circunstancias y sintiéndose más vacía, si es que es posible. Entrando en consecuencia en una espiral destructiva que la consumirá por completo.

¿Por qué os molesta que lo intente? ¿A quién hago mal con intentarlo? Es mi vida, tengo derecho a querer expresarme. ¿Por qué no me está permitido? ¿Qué os molesta tanto?

No siempre hay consuelo para ayudar a un alma atormentada, no se ven soluciones factibles, no se ven soluciones posibles.

Las lágrimas no se detienen, se abren camino en su dulce rostro de manera continuada, sentada en un rincón de esa habitación, que tan de memoria se conoce, donde se han vivido muchos momentos mejores. Pero hoy no, el de hoy no tiene que ver con esos recuerdos tan queridos, y lo deja ir. Todo lo que llevaba guardando durante demasiado tiempo, desnuda su alma y su mente intentando, al menos, poder comprenderse.

Busca un cabo que sea lo suficientemente fuerte para poder agarrarse, lo justo y necesario para coger fuerzas y poder seguir. Pero ni siquiera esta tarea le resulta fácil o sencilla, ya que sus inseguridades le hacen dudar y la alejan de cualquier puerto seguro que pueda haber cerca de ella.

No sabe en quién confiar, a quién pedir ayuda. Tiene tanto miedo a equivocarse que ni quiere decidir, puesto que una decepción sería una nueva humillación que desbarataría su pequeña fragilidad.

Preguntándose a diario cuál es su finalidad en la vida y si hay un futuro en el que pueda encajar.

No lo sabe, ni lo puede ver. Aunque la mejor opción de vida se posara delante de ella con todas las indicaciones explícitas a su alrededor, no lo sabría reconocer, porque anímicamente está tan rota que sería incapaz de ver ese destello resplandeciente que le marcara el camino a seguir, fuera su destino o un simple desvío. Seguramente lo dejaría ir.

Y lo dejaría ir, sí, porque no se sentiría merecedora de tal oportunidad, ya que ocasiones así no se presentan o al menos no para gente como ella. Un pensamiento negativo que pensamos que nos protegerá de una negativa en el hipotético caso de que lo intentáramos y que no nos saliera, pensando que es mejor retirarse antes de participar por evitar el fracaso, limitando nuestras opciones por el miedo a fracasar y estrellando nuestras opciones con premura.

Con un ánimo derrotado, no se merece sentir.
No se siente preparada para lo bueno a ocurrir.
Mejor no reparar en lo que nunca será.
Las horas pasarán sin pausa
y al fin deja de llorar,
las ganas aún las tiene, pero las lágrimas se secaron ya.

Levanta la cabeza y respira mirando al frente por primera vez, se siente aliviada en algo, se siente serena de empezar porque reconociendo los hechos nos proponemos mejorar.

Momentos malos hay miles, pero recordad que lo malo es el momento, porque la vida es preciosa en su todo y ella lo sabe también.

Respira de nuevo y se levanta mirando al cielo y a su firmamento, pensando en todo y en nada pero fija su mirada al infinito dándole una respuesta clara. El futuro no está escrito puesto que el futuro no está definido y en ese momento una tímida sonrisa surge capaz de cambiarlo todo, capaz de avanzar a su lado.

Por primera vez en mucho tiempo decide intentarlo, probar no le costará mucho. Mantenerse será ya más difícil por lo que decide andarse con cautela. Decide defenderlo con ahínco, intentarlo con gran fervor porque un pálpito muy fuerte le señala en la dirección de su decisión.

Sólo quiere ser valiente de sus propias decisiones de manera consecuente para todos sus ideales. Decide ser esa valiente que en su interior ruge por salir, deseosa por realizarse para empezar a vivir… aunque con lo que realmente sueña es con ser FELIZ.

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