Un Beso con Sabor a Muerte

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Un Beso con Sabor a Muerte

Por: Karen Coy R.

Lo había perdido todo, aquella tragedia había arrasado con toda mi felicidad. Esa noche salí a dar vueltas por donde ocurrió todo, tarareando un vals que por alguna razón no salía de mi cabeza, creo que de alguna manera ayudaba a apaciguar mi tristeza. La poca gente que rondaba por ahí, a altas horas de la noche se quedaba mirándome como si fuera una loca, pero él no, aquel hombre misterioso solo se quedó allí, lloró un momento, como si sintiera mi dolor. Me acerqué, vi su mirada vacía, tenía unas profundas ojeras y cicatrices en el rostro

–Te conozco – le susurré – vives en mis más profundos sueños.

–Sabes quién soy, solo no lo puedes recordar – se puso de pie – Soy real, tanto como tu dolor. Yo sigo en pena, me duele no cumplirte mi promesa. – Me toco el rostro con sus manos frías y huesudas, y con ese acto me invadió un sentimiento de nostalgia profunda – Prometo amarte por siempre y esperaré a que me recuerdes así pase una eternidad.

<<Prometo que llegarás al altar, y justo en ese momento estarás por siempre conmigo, cariño. Por el momento tendrás que bailar el vals tú sola – con esa frase sonrió y se desvaneció con la brisa de la noche.>>

Ese encuentro me había dejado devastada, la gente murmuraba a mi espalda, me gritaban loca e incluso me intentaron llevar al manicomio. Yo sabía que lo que había visto era real y significaba algo, pero ¿Qué?

Pasaba mis noches en vela, sin saber que en mis sueños estaría la respuesta de todas mis dudas. El cansancio estaba acabando conmigo, así que caí en un sueño profundo.

Allí estaba él, con traje y aunque tenía un rostro sombrío su mirada estaba radiante y cargaba una sonrisa gigante.

–Ha llegado el momento, amada mía – Ahí lo recordé todo, era mi prometido, miré mi mano, allí estaba el anillo, yo llevaba un vestido, mi vestido, y de repente todo tuvo sentido.

Caminando hacia el altar llegaron los recuerdos, entonces mi felicidad se acabó. Descubrí la causa de mis martirios, la pérdida de mi marido y de la memoria había dejado vacíos que en vida jamás se podrían rellenar.

Cuando llegué a su lado, sentí un dolor agudo en el pecho. Él solo está en mis sueños porque está muerto. Caí de rodillas y rompí a llorar, extendió sus manos, esperando a que yo las tomara, las miré por un momento y en su huesudo dedo estaba el anillo de compromiso.

–Querida mía, ya no hay razón para sufrir. –Me tomó de las manos y me levantó – ¿Recuerdas que te prometí que estaríamos juntos por siempre después de que llegaras al altar? – Asentí lentamente y por un instante me pude ver tirada en el sofá de mi casa en estado de descomposición, él también lo había visto. Lo miré y me sonrió – no volvería a hacer una promesa que no pudiera cumplir –besó mi mano y le devolví la sonrisa – Bienvenida al reino de los muertos, donde por fin podremos estar juntos por toda la eternidad, y lo mejor de todo es que seré feliz junto al amor de mi vida y con él pasaré el resto de mi muerte – De un momento a otro ese vals que no dejaba de reproducirse en mi cabeza, comenzó a sonar y mientras bailábamos nos fundimos en un beso repleto de felicidad y con sabor a muerte.

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