Misterio en Transilvania

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Misterio en Transilvania

Por: Andrea Solanes

Un día mi tío me dejó leer el libro Drácula de Bram Stoker. Tras varias páginas tuve curiosidad por saber si la ciudad de Transilvania existía realmente. Lo busqué y así era. Según decían, es un lugar maravilloso para visitar, pero terrorífico cuando se esconde la luz del sol, porque por la noche hay vampiros.

— Vampiros? Existen realmente? —le pregunté preocupada a mi tío.

Entonces me contó la historia de un grupo de estudiantes valencianos, que hicieron un viaje a dicha ciudad, ya que les habían encantado las leyendas que habían escuchado sobre ella.

Llegaron un dos de agosto tras varias horas de vuelo. El hotel donde se alojaban era bastante céntrico. Una vez instalados se reunieron para planear los sitios que visitarían.

Al día siguiente visitaron el famoso castillo de Bran, más conocido como castillo del conde Drácula. A simple vista, el castillo no les parecía tan espantoso como les habían dicho. Cuando comenzó a anochecer decidieron volver al hotel, pero al pasar por delante del castillo se quedaron mirándolo. La verdad es que iluminado con la luz de la luna, daba un poco de miedo.

De repente, vieron una sombra que corría por los jardines y entraba por una ventana abierta. Los amigos salieron corriendo aterrorizados. Todos excepto uno. Este parecía hipnotizado y escaló las rejas y entró al castillo. Inesperadamente, algo lo cogió por detrás y lo encerró en una habitación. El joven se puso a gritar, pero no obtuvo respuesta.

Mientras, el resto de amigos oían a los lobos aullar y cuando los vieron aparecer se quedaron paralizados. Los animales no les hicieron nada y pasados unos instantes se fueron. Una hora después, el chico que había entrado seguía sin dar señales. Algo les hacía pensar que la sombra aquella era una vampiro. Era muy tarde, pero decidieron ir a la policía a denunciar la desaparición. No obstante, en comisaría no los tomaron en serio. Pensaron que se trataba de turistas gastando una broma. Salieron de allí muy decepcionados. No quedaba otra opción. Se armaron de valor y fueron a buscarlo ellos mismos.

Estaban muy nerviosos por si desaparecían ellos también, pero decididos a resolver el misterio. Eran las dos de la madrugada cuando entraron al castillo. Encendieron las linternas para ver dónde se encontraban. Todo parecía vacío pero el ambiente provocaba escalofríos.

Empezaron a buscar pero no encontraron nada, hasta que, accidentalmente, uno de ellos tropezó y cayó en un pasadizo secreto. Al final de éste había un puerta cerrada.

— Dónde estará la llave? —se preguntaron todos.

Pasaron un buen rato tocando paredes y finalmente una de las piedras se movió y encontraron un cofre. Para su gran alegría dentro había una llave y encajaba con la cerradura. En la habitación se hallaba su amigo. Lo encontraron muy pálido, pero lo asociaron al cansancio y al miedo. Cuando iban a salir se encontraron nuevamente con los lobos misteriosos. Súbitamente, éstos se convirtieron en vampiros y se pusieron a perseguirlos.

Afortunadamente, uno de los chicos recordó haber leído que si los vampiros reciben mucha luz se convierten en polvo. Así que, dicho y hecho, buscó la caja de interruptores y encendió todas las luces del castillo. Los vampiros desaparecieron al instante y ellos salieron rápidamente del castillo y volvieron al hotel.

Una vez en la habitación seguían dándole vueltas a cosas que no les cuadraban: ¿De dónde salían esos misteriosos lobos? ¿Por qué el castillo no tiene guardias y no había saltado ninguna alarma? ¿Realmente existen los vampiros?

Puede que lo de los lobos y vampiros fuera un truco óptico para impedir que entraran intrusos, pero… ¿y si fueran reales y fueran los guardias del castillo? Todo esto quedó en el aire.

Después de tantas emociones los amigos continuaron tranquilamente sus vacaciones. Cuando volvieron a casa estaban muy pálidos y fueron al médico. Este les dijo que se trataba de una enfermedad bastante extraña y que evitaran la luz solar para no empeorarla.

— Una historia increíble! Quién te la ha contado? —le pregunté a mi tío al finalizar el relato?

— Nadie – me respondió – Yo fui uno de los estudiantes que realizó el viaje.

En ese momento descubrí la verdad. Entendí por qué mi tío siempre estaba pálido, el motivo por el que nunca salía de día ni dejaba que entrara la luz solar en casa, así como las dos extrañas marcas que tenía en el cuello. Enseguida me levanté y salí de allí gritando como una loca.

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