La Noche

Por: Paul J.

Relato corto: La Noche

¡Dios mío, qué calor hace! Parece que tengo una estufa dentro; sin embargo, no sudo. El calor se queda dentro, no sale; y no sudo; eso es lo peor. Creo que voy a explotar de un momento a otro. Estoy como abotargado; me cuesta pensar; siento como un temblor por todo el cuerpo, como si tuviera un cable de alta tensión en las venas. Ese zumbido y esa vibración; qué cosa más rara. Nunca me había pasado.

El chorro de agua fría me deja sin aliento, aunque lo agradezco en el fondo. Tendré que instalar el termo, porque en invierno no creo que pueda soportarlo. Poco a poco se va restableciendo el equilibrio; el agua reparadora cae sobre los párpados y los labios y se cuela por las rendijas de la boca entreabierta hacia la garganta, seca como un esparto. Sería capaz de beberme un litro de agua. ¡Qué sed!

Ya me siento algo mejor. La ropa limpia me sienta bien. Pero hay algo que no va, y no sé qué es. Cuando me estoy atando los cordones de los zapatos las manos me tiemblan y tengo ganas de vomitar. Me levanto despacio, por miedo a marearme y voy a la cocina a prepararme algo. Un café soluble irá bien, es lo más rápido. No veo la hora de tomármelo. Parezco un anciano bebiendo. ¡Qué fatiga!

He tenido que tenderme en la cama de nuevo, vestido. Cierro los ojos. Las imágenes vuelven a mi cabeza; se suceden a modo de instantáneas, fugaces, explosivas, de mil colores, fulminantes. La música retumba en el cerebro, bum, bum, bum. Risas, humo, vestidos ceñidos que huelen a cuerpos jóvenes y esbeltos, vivos, palpitantes, ávidos, sedientos. En el ángulo de la barra a la izquierda tal como se entra, allí estuvimos casi toda la noche, hablando de tantas cosas banales, recordando los viejos tiempos de hace casi ni dos años, y riendo y bebiendo; y bebiendo sin saborear lo que bebemos, y sin siquiera saber lo que bebemos algunas veces. ¿Te acuerdas de Tomy?, pues se ha casado el tío, y ¿A que no sabes con quién? Oye, y tú, ¿Terminaste lo que estabas estudiando?, por cierto, ¿Qué estudias? ¿Estás trabajando? Pues yo quizás haga un máster en electromagnetofísica computerizada, y voy a trabajar en la nasa, o en la agencia espacial europea, me da igual. Y bla, bla, bla, … ¡Cuánta tontería se habla con dos copas de más! Y después dicen que en el vino está la verdad.

¡Qué dolor de cabeza, dios mío! Desde que me he levantado, no sé por qué, pero tengo una sensación muy desagradable; es como una especie de angustia en el pecho que no me deja respirar bien; una mezcla de tristeza y enfado a la vez, y no sé por qué. La chica de la barra del bar al que fuimos después de salir de la disco, creo que a comer algo, me parecía conocerla. Creo que me pasé tres pueblos con ella. Yo no soy así; debió ser la bebida. Ahora siento un poco de vergüenza; ¡qué pesado!; menos mal que no pasó nada; porque el hombre aquel me miraba de una forma no muy amigable; y en cierto modo lo entiendo; ¡Qué vergüenza!

Lo que no voy a hacer más es mezclar bebidas. No señor. No es bueno. Te vuelve loco. Hay que seguir una línea básica en eso de beber. Vino, pues vino, y nada más. Cerveza, pues cerveza. Pero empezar con cerveza, continuar con cubatas y terminar con tequilas es mala cosa; muy mala cosa. No debí llevar a Carlos a su casa. Debería haberse ido en autobús; que solo hay unos cuantos kilómetros. Además, yo no estaba en condiciones. Ahora que lo pienso, era como ir mirando la carretera a través de un tubo largo. Solo se veía un pequeño círculo de luz allí. A lo lejos. La negrura de la noche, el ramaje de los árboles y los arcenes de la carretera pasaban vertiginosamente a ambos lados del coche. La verdad, no sé ni cómo llegamos. Lo dejé en la puerta de su casa y creo que volví hacia aquí; ¿o no? No sabría decirlo con seguridad; dios, no me acuerdo si paré en otro garito antes de venir a casa.

El pueblo, no lo conozco muy bien, y creo que me confundí un par de veces de salida. No sabía que había tantos polígonos en ese pueblo. De hecho, no sabía siquiera que hubiera un polígono industrial allí. Y ahora que lo pienso, ¿Qué hacía yo allí? De hecho, creo que paré; pero ¿Por qué paré? Creo que fue solo un momento, y bajé del coche. Sí, pero ¿Por qué bajé? No me acuerdo.

Bueno, qué más da. La noche fue un auténtico fracaso; más de lo mismo; siempre igual; salir, beber, hablar, comer, beber, hablar, y bla, bla, bla, y siempre acabamos tristes, hablando de los amores frustrados y perdidos, de los engaños y de lo dura que es la vida para los jóvenes. Bueno, en realidad para todo el mundo, pero en especial para los jóvenes. Tengo que ir a casa de mis padres. Les dije que les haría una visita. Pero…, ¿Y esto? ¿Qué coño le ha pasado al coche? Joder, está todo abollado y parece que el radiador está roto. Hay líquido en el suelo. Pero…, ¿Hay sangre aquí?. ¡Oh, no; ahora me acuerdo…! ¿¡Qué hago, dios mío!?

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