Hospitalización

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Hospitalización

Por: Sonia Ruiz Corcos

¡Ay mi Paco! Qué susto más grande por dios santísimo. Acaban de llamarme que está en el hospital, ha tenido un accidente. Mi Paco, Virgen de los Dolores.

Llego corriendo en un taxi, la señorita del mostrador no me entiende, Paco quiero ver a Paco.

Que dónde está ingresado, que cuál es su nombre completo, que qué le pasa… ¡Eso quiero saber yo!

Cuando consigo hacerme entender me llevan a una habitación y allí está él, parece la momia de Tutankamón. Los dos brazos y las dos piernas escayolados. Intento darle un beso pero la cama está muy alta y me caigo sobre él, que solo sabe gritar. Hijo mío con este recibimiento si lo sé no vengo.

No te preocupes que yo cuidaré de ti, cariño. Traen la bandeja de la comida, se la acerco en la mesita. Remuevo la sopa y le doy una cucharada, bien llena. Está ardiendo y se quema la lengua, del susto le derramo el cuenco entero por la tripa, hay que ver lo que grita, ¡qué escándalo!

El segundo es pescado, le parto un trozo pero se atraganta con una espina, hijo mío parece que no sabes comer.

De postre mandarinas, me siento a su lado y empiezo a pelar la primera que le dispara un chorro de zumo directo al ojo. ¡Lo que llora el pobre!

No sabía yo que era tan quejica.

Hora de la siesta le bajaré un poco el respaldo, agarro la manivela y empiezo a girar, girar, girar, cuando solo oigo quejidos miro y está hecho un sándwich con el respaldo alto y las piernas en un ángulo doloroso de ver. No sabía yo que mi Paco doblaba tanto, parece un contorsionista del circo del sol.

La enfermera que traía la medicación entra alertada por los gritos y al ver a mi Paco en posición tan incómoda empieza a descojonarse, algo que hace que él se ponga más rojo y acalorado, los ojos se le salen de las órbitas, «tranquilo, no puedes gustarle a todos no eres una croqueta«, digo para tranquilizarlo pero es peor, vaya carácter tiene mi Paco.

Entre las dos conseguimos enderezarlo pero nos lleva un rato, porque la he visto reír a pleno pulmón y a mí también me ha dado la risa y controlar las pérdidas de orina me cuesta mucho, así que tenía que parar y mi Paco el pobre ahí dobladito como un pañuelo de bolsillo.

Tardará unos meses en recuperarse pero lo que yo me he reído hoy, no me lo quita nadie.

Si no fuera por mí, ¡Ay mi Paco! No me separaré de ti, ¿Estás más tranquilo? ¿Por qué lloras?

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