Una Sonrisa de Esperanza

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Una Sonrisa de Esperanza

Por: B. A. S.

En medio de la ciudad y el «smog» la familia López bastante emocionada, traía al mundo a un pequeño, el Sr Elías, y con toda la inocencia que puede tener un llorón con veinte segundos de haber nacido, levantando sus brazos con gestos que aún nadie entiende, demostraba que estaba en el lugar correcto con las personas correctas, sí, definitivamente con las que iba a compartir el resto de su vida, su madre Galena y su padre Risto, quienes lo amaban infinitamente.

Al día siguiente al llegar a casa, Elina hermana de Galena, preparo una cena inolvidable para todos en honor al recién nacido, su sobrino consentido, él no lo sabía pero todos estaban muy felices. En la noche, sus padres lo abrazaban y dormían junto a él, esperando que llegue el momento en el que dé sus primeros pasos y pronuncie algunas palabras, lavar pañales se convirtió en cosa de cada día, al igual que preparar el biberón, y su madre decía, para que no se vuelva debilucho, de vez en cuando leche materna. Su padre iba al trabajo, una academia para escritores donde miles de estudiantes reflejaban sus sueños e ideales pero siempre una caja de cigarrillos lo acompañaba y aunque él no lo sabía le estaba causando mucho daño.

Muchas personas llegaban a casa de la familia López para visitar a Elías, llevaban ropa, gorros para el frío de invierno, y regalos pequeños, entre ellos juguetes que aún no utilizaría, pero de todas formas eran un gran detalle. Un café acompañaba a cada visita y las carcajadas no podían faltar, muchas de ellas eran amigas de Galena, como siempre llegaban a contar historias, al relajo y al desbarajuste que distraía en gran parte sus días y sus actividades, de cualquier forma era bueno, solamente salía con Risto los fines de semana a caminar y tomar aire puro, apenas despejaban la mente de la realidad y de los problemas que se podían acumular diariamente.

Mientras tanto a una cuadra de su casa, la familia Rivera, una familia acomodada y llena de principios también traía al mundo a la Srta. Cora Rivera, una niña hermosa rodeada de lujos, apenas se enteró de esto la familia López fue de visita, llevaron algunos regalos aunque posiblemente ni haría uso de ellos, la felicidad había llegado a dos familias que se encontrarían toda la vida, son vecinos y ellos se ayudan a pesar de cada desacierto y de los comentarios malos que se puedan generar dentro de la misma sociedad, poco a poco se conocían y llegaron a ser grandes amigos.

Luego de seis largos meses, Cora y Elías crecían de manera acelerada, con una sonrisa de felicidad cada día, los dormilones llenaban de ternura cada rincón de sus residencias, sus dientes de leche florecían como la primavera, nítida y luminiscente, Elías era el mayor con horas de diferencia.

Días después las cosas cambiaron, a Risto le diagnosticaron una grave enfermedad luego que fue al hospital de la localidad, tras realizarse una serie de exámenes supo que tenía cáncer pulmonar debido a su adicción por el tabaco. Elías tan pequeño, es demasiado inocente para entenderlo, su madre llora desesperada sin saber el destino que los esperaría ya que su padre es el único sustento del hogar, y más aún, cuando son una familia de bajos recursos económicos. Conforme pasan los días la depresión es inminente, y destruye la sonrisa, la vida y los sueños de un profesor de escritura que apenas acaba de cumplir 32 años, ahora se ahoga en los recuerdos que lo llevan al pasado, o solamente seis meses atrás, cuando cargó por primera vez a su hijo y juró darle todo lo que a él una vez le falto.

La familia Rivera al enterarse de esta grave noticia decide ayudar a sus vecinos con todos los gastos para sus quimioterapias, todos esperaban alucinados que la vida sea como en aquella película “El precio del mañana” de Andrew Niccol, donde todo está valorado en tiempo, pero aunque no querían aceptarlo, ésta enfermedad estaba a punto de destruir a una familia. Galena trabajaba en un restaurant y los fines de semana se dedicaba a lavar ropa en diferentes lugares, y con esto podía subsistir por unos días y compraba lo que era necesario para que Elías crezca fuerte y feliz.

Apenas un mes después y parece como si hubiese pasado un siglo, Risto postrado en una cama, no es tan fuerte como para soportar la enfermedad y saber que muy pronto dejará de estar con las personas qué más quiere, pero a pesar de esto, su familia, sus vecinos, sus amigos no dejan de visitarlo para darle ánimos, mientras su esposa finge una sonrisa y prepara limonada para los visitantes, Risto un gran padre, con errores como todas las personas, pide perdón y horas después es llevado nuevamente al hospital por una recaída difícil de afrontar.

Llegó diciembre, el mes donde todo debería ser felicidad, donde los niños caminan emocionados por las calles con juguetes nuevos y con dulces que satisfacen su ingenuidad, sin embargo en la familia López las cosas empeoran, luego que Risto fue llevado al hospital, los médicos determinaron que le quedaban escasos días de vida, el llanto y las súplicas se escuchan en el pasillo de un hospital, los días tristes apenas empiezan , es inicio de mes, Elías se quedó en casa de Cora, juntos crecen y emocionados sonríen, pero no podemos hacer nada para cambiar lo que está por suceder.

El 24 de diciembre, vísperas de navidad, Galena estaba en casa descansado, luego de las largas noches sin dormir, entró una llamada del hospital para comunicarle que su esposo había fallecido, resignada y luego de desmayar cada una de sus fuerzas por recuperar a su amado, aceptó lo que tenía que pasar en algún momento, todo se derrumbaba, las promesas juntos, los viajes planeados, las nubes tapaban el sol insistentes en el corazón de quienes lo quisieron, eran las 2 de la madrugada y en una funeraria lejos de casa la tristeza se regaba, y nadie decía nada, el silencio reinaba mientras amanecía y todos se retiraban a descansar.

Luego de despedir para siempre a Risto, Galena regresó a casa y lo único que le quedaba era ser fuerte, frente a ella tenía un niño tierno que le alegraba los días con cada gesto, con cada movimiento y sonrisa sincera.

Con nostalgia, pero también llenos de alegría porque su hijo Elías cumple un año de edad, Galena preparó una fiesta e invitó a todos sus amigos, será un día inolvidable, brindan ponche, bocaditos, gomitas y coca cola para variar. En una esquina se encuentran algunos juguetes y regalos sorpresa para los invitados, se hacen juegos tradicionales y ponen a prueba todas sus habilidades, el cumpleañero disimula su felicidad con su gorrito divertido, en un andador donde aprende a dar sus primeros pasos y grita mamá desde lejos, algo que pone orgullosa y llena de vida a Galena quien ha tenido que pasar por momentos muy difíciles. Llegan los payasos, un señor disfrazado de Woody, el vaquero de Toy Story y muchos más personajes de Monsters University quienes darán alegría a la fiesta con sus bailes graciosos, mientras los invitados emocionados mantienen un dialogo sobre el pequeño, muchos dicen está super fuerte, será una gran persona, es lo que a todos nos han dicho de pequeños y es también lo que queremos ser cuando crezcamos conforme pasa el tiempo.

Al amanecer la ciudad está silenciosa, solamente el ladrido de un perro y el cantar de un búho se escucha a lo lejos en una colina, hay restos de bocaditos en el piso, las sillas están de cabeza y el platero está vacío, aun así, fue el mejor día para una madre que se ha esforzado y se seguirá esforzando para que su pequeño sea una persona con buenos principios y un gran ejemplo para la sociedad.

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