La Bronca de las Vocales

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La Bronca de las Vocales

Por: Payasada

Reunidas en la palabra “murciélago“ hablaban las vocales.

Soy tan valiosa, que le quito el sonido a la H en la palabra “hay”. —dijo con sorna la A.

¡Oh! ¿Qué dices con esa petulancia? Porque a mí me pasa lo mismo con la palabra “hoy” ¿Y qué hay más interesante que destacar el mismo día? —contestó la O.

—No sé por qué hay tanto debate entre nosotras las vocales —dijo la E, con aires de única— déjenme recordarles que yo, la E, existo en casi todos los idiomas, aunque suene de distintas formas o me cambien un poquito la figura. Si quiero, puedo ser modelo de revistas.

—¿Y yo qué crees? También sueno de distintas maneras en otros idiomas; así es que más vale que te calles —dijo la A algo enfadada.

—¿Y yo qué, y yo qué? Pues creo que nadie es tan importante y maravilloso como “yo”, que vengo de una cultura griega antiquísima; además de que somos dos en una: la I y la Y, pues aunque sea un grafema, tengo que estar siempre en el medio para “enlazar” lo que se dice. Y fíjense qué categoría tengo: “Pronombre personal tónico de primera persona del singular” —dijo la Y, saliéndose de la oración, con las manos en la cintura y dando golpecitos con su chancleta— ¡Allá te va eso!

—Te sugiero que tomes tu lugar i griega, no vaya a ser que con tanto revuelo desaparezcas “y” te pierdas para siempre —le aconsejó la O.

—Además, si ni siquiera estás en la palabra “murciélago” donde estamos todas —recalcó la A.

¡Bueno, bueno, dejen esa bronca! Hasta ahora no he querido intervenir porque creo en el sano juicio —intervino la U.

—¡Miren quien habla! ¿Desde cuándo un burro tiene juicio? —interrumpió la Y removiendo todo su cuerpo para enfatizar las palabras.

—Está bien colega Y, si vamos al caso, de alguna manera soy famosa por estar en la palabra “burro”, pero más notable es que estoy en la palabra “unión”, y más nos vale aplicarla a nosotras las vocales, que somos cinco, como los dedos de las manos, bien unidas y necesarias —dijo la U con aires de inteligente.

Todas las vocales se viraron de espaldas menos la Y, y todo quedó en silencio. Avergonzada, la Y, estaba más tiesa que nunca.

—¡Que horror! ¡Yo sola, no soy nada! —murmuró para sí, y carraspeó algo para llamar la atención— Por favor, miren hacia acá. Pensándolo bien, tienes razón hermana U. Como soy la la Y, estoy para unir y dar claridad al entendimiento narrativo. Además, nos necesitamos unas a las otras. Sin nuestra amistad, no existirían las palabras, y sin palabras tampoco existiría el lenguaje.

¡No hay nada más que hablar! ¡Desde ahora, a trabajar en armonía! —dijeron todas unidas.

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