Inclinación Artística

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Inclinación Artística

Por: Caroto

Con el transcurrir del tiempo, comencé a percibir que los extremos de los dedos de mi mano derecha se inclinaban. Y para ser consecuentes con su origen se inclinaban hacia la derecha. Como si quisieran doblar. El único que mantenía su posición original era el meñique, que parecía tratar de contenerlos. Lucha despareja, esfuerzo ciclópeo el del dedo meñique.

Nunca fui afecto a las consultas médicas. Y a cierta altura de mi vida no iba a hacer una excepción. Supongo que me había llegado la hora de la artrosis y sabemos que para eso no hay cura.

Si hubiese sido abogado, oculista o vendedor callejero de sandías o dentro de la rama artística me hubiera dedicado al canto o a la danza ese problema en mi mano derecha sería un mal menor. Pero es una soberana complicación para un escritor y pianista. Como si quedara ciego un fotógrafo, manco un cirujano o parapléjico un maratonista. Pero los dedos aún respondían, sólo que costaba hacerlos coincidir con el lugar indicado.

Me había embarcado en la búsqueda de soluciones. Ejercité la mano izquierda para convertirme en zurdo. Compré un libro de prestidigitación en el Bazar Yankee de Fu-Manchú y practiqué diversos ejercicios de digitación. Hasta aprendí a realizar algunos trucos de magia. Pero aquel ilusionismo no alcanzaba para enderezar los cuatro dedos rebeldes de mi mano derecha. Tomé conciencia que lograr la habilidad de mi mano izquierda, con sus dedos en perfecta alineación, sólo serviría para escribir o tocar a una sola mano, una limitación que atentaba contra la calidad de mis obras.

Seguir utilizando ambas manos a la vez era mi desafío.

La ejecución de mis composiciones musicales, en semejantes condiciones, me deparó una grata sorpresa. Los críticos alabaron mi trabajo casi de manera exagerada.

Sus extrañas composiciones brillan por la originalidad. Un nuevo Alberto Nicanor Ciano se ha revelado como un maestro de la vanguardia.-se podía leer en el suplemento de arte del diario La Defensa.

Música experimental, transgresora y revolucionaria, la llamaron.

Realicé un impasse en mi labor literaria y me enfoqué en nuevas composiciones musicales, que se veían favorecidas con el tocar equívoco de los dedos desviados.

El segundo concierto fue un fracaso absoluto. Lo que dejaba bien en claro que las casualidades no suelen repetirse en demasía.

El triste espectáculo que se brindó anoche en el Salón Dorado dejó en claro que el concierto anterior de Ciano fue un espejismo. Fallida performance rubricada con una pobre ejecución.-crítica categórica ubicada -curiosamente- en la sección Obituarios del diario El Ataque.

Concluida mi carrera musical decidí buscar soluciones para retomar mis trabajos literarios.

Mi mano izquierda había adoptado una gran habilidad gracias a la manipulación de cartas, monedas, bolas y dedales mágicos. Pero no reemplazaba el automatismo adquirido durante años con la escritura a diestra y siniestra.

Probé con un guante de cuero embebido en engrudo para mi fallida mano derecha. En el primer intento se me quedó adherido en la letra E. Luego de reparado el teclado ensayé el entablillado de los dedos con palitos de helado ajustados con cinta adhesiva. Lo único provechoso de esta prueba fue saborear el granizado de chocolate con nuez. La mano de maniquí que me prestaran en las Tiendas Gálver me fue imposible adaptarla. Pensé que la solución pasaría por un tercero, por lo que contraté un mecanógrafo. Había cerrado trato por una cifra módica, casi irrisoria, comprendí el bajo costo al verlo entrar con su vieja máquina de escribir Underwood bajo el brazo.

De computación no sé nada.-espetó en seco.

Luego de una profunda observación del comportamiento errático de aquellos dedos, y en un intento desesperado, experimenté modificando las letras en el teclado del ordenador, que la T fuera la R, la B la V y la S la A. En un principio el ensayo funcionó a la perfección, las letras modificadas respondían a las ocultas. El logro apenas se sostuvo para la redacción de un micro relato. Las curvaturas de los dedos se fueron acentuando más rápido de lo deseado.

Hoy he llegado a una situación terminal. El dedo meñique se ha dado por vencido. Las curvaturas sin límite conspiran contra la comprensión de mis relatos. Empiezp a noyar qur mis escriyos se están tormando invompresiblrs. Ua mafa dr rmyormfr. Sfod s ñs rdvtoyits-

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