¡Qué Oportuna la Vacuna!

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¡Qué Oportuna la Vacuna!

Por: Pino

El doctor Morel jugaba con jeringuillas a los dardos, arrojándolas a una diana en la pared. Entraron Carla y Lito, vestidos de enfermeros, y el doctor se puso a disimular.

Y es que el doctor Morel era un gran médico. Esa mañana le dijo a un paciente:

─Tiene una enfermedad incurable. Le queda una semana de vida.

Al pobre paciente le dio un ataque, se le salió el corazón por la boca.

─Que no, que sólo tiene Coronavirus. Una vacunita y ya está.

Ahora, al ver a los dos supuestos enfermeros nuevos, les dijo:

─Yo tengo un don, ¿está claro? A mí se me habla “con don”.

Así que, para hablarle, Lito se puso un preservativo primero. El doctor Morel se enfadó tanto, que le dio a Lito un patadón en sus partes, ante la risa de Carla.

─¿De verdad son ustedes enfermeros? Parecen un poco raros.

─Claro ─dijo Lito─, somos enfermeros desde siempre… ¡Uahhh!

Se había sentado en una silla donde había una jeringuilla.

Para demostrar que sabía manejarla, Carla cogió la jeringuilla y la apretó ante el rostro del doctor Morel, pero lo que hizo fue echarle todo el líquido en la cara.

Ya harto, el doctor Morel abrió la boca con rabia. En vez de colmillos, tenía dos pequeñas jeringuillas. Se acercó para morder a la apetitosa Carla en el cuello, pero ésta le lanzó un sopapo y “¡Arghhh!”, el doctor Morel se tragó sus propias medicinas.

En esto llegó al hospital el gran artista Mikel Nosé con mucha expectación. Entró al cuarto donde estaba la imponente Carla vestida de enfermera, y al verla dijo:

─¿Qué es esto? ¿Vamos a rodar una peli porno?

El doctor Morel se puso muy contento de recibir al artista y le dijo:

─Qué suerte que Mikel Nosé venga a ponerse la vacuna para dar ejemplo.

─No, vengo a protestar. La vacuna es dañina, nos meten un chip.

Se le pegaron al brazo tijeras, tenacillas y toda clase de material sanitario metálico.

─¿Lo ven? La epidemia no existe. Todo es un complot pernicioso.

─Qué raro ─dijo Carla─. Si ni siquiera se ha vacunado aún.

Carla le apartó la camisa. Mikel Nosé llevaba oculto un gran imán.

Le condujeron a la UCI de la pandemia, para que viera a los enfermos.

─¿Y quién me asegura que son de Covid? Habrá sido un ataque extraterrestre.

Pero el virus era muy contagioso, en un minuto Mikel Nosé dijo:

─Ahhh, tengo fiebre, ayúdenme, creo que cogí el virus.

─Pero si el virus no existe ─le dijo el pérfido doctor Morel─. La fiebre no existe.

A pesar de todo, Mikel Nosé se resistía. Carla y Lito corrieron a la vez, en sentido contrario, para clavarle una jeringuilla de vacuna en cada brazo. Mikel Nosé se apartó con agilidad. Carla y Lito se clavaron mutuamente las jeringuillas. “¡Aghhh!”.

Mikel Nosé corrió a la calle. Un fan le preguntó qué le pasaba.

─He engañado a esa maldita enfermera, jo, jo, jo ─dijo Mikel Nosé─. Le he pagado quinientos euros por la vacuna, y al final he huido y no me la he puesto.

Volvió al hospital Mikel Nosé, con tal de seguir jorobando. Iba sin mascarilla. No quería ponérsela. Tuvieron que sujetarle entre todos como loqueros para colocársela.

Después no quería quitársela, para que no le pusieran la vacuna. Carla la estiró mucho ante sus narices y luego la soltó, “¡Plasss!”, dándole en la boca.

─Es un burro y además muy burro, valga la “rebuznancia” ─dijo Carla.

─Se dice “redondencia”, lista ─repuso Mikel Nosé.

Para anestesiarle, Carla cogió la mascarilla, puso pastillas en la tela y la usó como una honda, volteó mucho las gomas en el aire, apuntó y soltó. Mikel Nosé la miraba extrañado con la boca abierta, así que algunas pastillas le cayeron en la boca. Lito le arrojó una jeringuilla a distancia, pero falló y la jeringuilla se clavó en la pared junto a Mikel Nosé, quien la desclavó y la lanzó a su vez a Lito, hincándosela en una pierna.

Renqueaba Lito cojeando de la pierna hasta que pudo acostarse en una camilla.

Cuando le hizo efecto el tranquilizante, Carla se acercó a Nosé con una jeringuilla.

─Tranquilo, que no duele, no duele.

Y le soltó un puyazo en todo el glúteo, entrando a matar.

─¡Uahhh! ¿Dónde te han dado el título, en una tómbola?

Lito cogió dos jeringuillas, le llamó, “¡Eh, toro!”. Mikel Nosé fue a embestirle. Lito le regateó y le clavó las dos banderillas jeringuillas en la espalda.

─¡Aghhh! ¿Por qué me odiáis tanto?

─Es por tu bien, por tu bien, ya verás ─le dijo Carla.

Y Mikel Nosé cayó al suelo como un morlaco vencido en la plaza.

Estaba tan desquiciado que se puso a cantar a grito limpio:

─¡Seré tu amante bandido, bandido!

Agarró a Lito por una pierna y no lo soltaba. Lito dijo:

─Ah, Carla, ayúdame, que éste quiere empotrarme.

─Bueno ─dijo Nosé─, podemos hacer un juego a trío, mejor aún.

Ataron a Lito en aspa a la pared y le dispararon jeringuillas alrededor, tanto Carla como Mikel Nosé, riendo perversos en el disfrute de su juego.

─¡Ay, cuidado ─decía Lito─, que me vais a desgraciar mis partes!

En cuanto soltaron a Lito, llenó una jeringuilla con mejunje de Amor y la disparó con un arco al lomo de Mikel Nosé, justo cuando pasaba el doctor Morel… Y de él se enamoró.

─¡No! ─dijo Morel─. Devolvedme al infierno con Vamp-Hitler, pero esto nooo.

El doctor Morel cogió su fusta y mantuvo a raya a Mikel Nosé a latigazos. Le pusieron una camisa de fuerza y le llevaron a psiquiatría, mientras berreaba.

Luego el doctor Morel obligó con el látigo a Carla y a Lito a vacunar a la población que esperaba en la cola. Estuvieron todo el día poniendo vacunas a la comunidad.

Ya agotados, Carla y Lito fueron al cuarto de la limpieza, llenaron jeringuillas de detergente líquido y las apuntaron al cuello del doctor Morel. Carla le dijo:

─Ya está bien. ¿Dónde está la caja? Lo queremos todo.

─Aquí no hay un euro ─dijo Morel─. Esto es la Seguridad Social.

Carla y Lito se desmayaron del chasco. Tuvieron que reanimarles con inyecciones de vitaminas. Les ingresaron también en psiquiatría y no pudieron huir en siglos.

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