Catalepsia

Inicio / de Humor / Catalepsia

Catalepsia

Por: Igmarbor

Los problemas de Juan no tenían pinta de acabar en un plazo próximo, él más bien pensaba que no tendrían nunca arreglo. Se había quedado sin trabajo y su mujer llevaba mucho tiempo echándole en cara su apatía y poca disposición para intentar cambiar su vida y por ende la de ella.

La cantinela diaria de ella la tenía constantemente en sus oídos. «Hace años que no ganas un dinero mínimamente suficiente ni para mantener esta casa, que no me llevas a cenar a un restaurante, que no me regalas nada ni por mi cumpleaños ni en navidades, ni en nuestro aniversario, no podemos alternar con nuestros vecinos ni amigos ningún fin de semana, las vacaciones no existen para nosotros, siempre encerrados en esta ciudad y en esta casa».

Él pensaba que tampoco su mujer se esforzaba por mantener un status mínimo, de hecho no daba golpe y se limitaba a lucir palmito con amistades y vecinos, aparentando, falsamente, un “modus vivendi” que no les correspondía, pero la reflexión era siempre la misma, la quería a morir y haría cualquier cosa que ella le pidiera.

Muchas veces pensó en robar en un banco o en un gran comercio, quizá en una casa de apuestas y soñaba con el momento de decirle toma, aquí tienes tres mil euros para que podamos gastarlos y vivir ese momento mágico que tanto hechas en falta.

Esa tarde tomó un par de copas de coñac de más que, pensó, revitalizarían su ánimo y quizá podrían ayudarle a suavizar la situación con su mujer al llegar a casa, incluso, se animó solo al pensarlo, a lo mejor podrían hacer el amor.

Caminaba por la calle, paralela a su casa, casi a oscuras ya y de alguna manera seguía los pasos de un hombre que marchaba delante de él, de repente, el hombre se paró en seco, se llevó las manos a la garganta y cayó sobre el asfalto como un fardo.

Juan se acercó rápido y solícito para ayudarle y se inclinó sobre el individuo que yacía inmóvil, blanco de faz y mirando las estrellas. «Está muerto», pensó Juan, puso su oído sobre su pecho, nada, tocó su carótida sin pulso, lo zarandeó, colocó sus dedos sobre sus muñecas….aquel individuo había fallecido, seguramente de un fulminante ataque al corazón.

¿Qué hacer? , no pasaba nadie por allí, su móvil estaba sin batería, debería acercarse a su casa, solo una manzana más allá y llamar a la policía. Entonces reparó en el bolsillo interior de la chaqueta, entreabierta, del hombre, ahí asomaba una, aparentemente, voluminosa cartera, miró a derecha e izquierda y la sacó rápidamente de su ubicación.

Reanudó, apresuradamente, el camino hacia su domicilio pero no pudo resistir la tentación de revisar el contenido de la cartera bajo la luz de una farola……Los ojos casi se le salen de las orbitas, había más de diez billetes de 500€ y bastantes más de diez de 100€!!!.

Tembloroso repasó la situación: por un lado sus problemas conyugales posiblemente terminaban ahí, por otro el muerto no podía hablar y le pareció, además, que ese dinero tenía una pinta ilegal absoluta. Guardó la cartera en el bolsillo y aceleró el paso hacia casa.

Se había hecho tarde así que su mujer, que se acostaba pronto, ya estaba en la cama emitiendo un suave ronquido, vale no pasaba nada, al día siguiente le explicaría que le toco la lotería o que encontró un sobre por la calle o ya pensaría qué, y que podrían hacer ese viaje maravilloso y soñado.

Fue al baño, se sentó en el inodoro y destripo todo el contenido de la cartera con la idea de deshacerse de lo que no le interesara, entonces lo vio, era una especie de pequeña tarjeta que rezaba así: “No estoy muerto, sufro catalepsia y la apariencia es de fallecimiento, llame por favor a una ambulancia y entrégueles esta nota. Gracias”.

Juan creyó morir en ese momento, ¡joder! No iba a tener él esa suerte .Durante unos minutos su mente dirimió si quedarse el dinero o devolverlo al enfermo, al final pudo más su honradez y de mala gana tomó la cartera y bajó de nuevo a la calle dirigiéndose al lugar donde el tío aquel se desplomó.

Desde lejos apreció las luces de la policía y de una ambulancia, mantuvo un paso expectante y lento, intencionadamente, y, cuando estaba a punto de llegar, los vehículos se alejaron con las sirenas ululando dejando la calle vacía.

¿Qué se hace en esas circunstancias?: lo que hizo Juan, volver a entrar en el bar todavía abierto pedir otro coñac y pensar rápido, mucho y bien.

Tenía que ir a la policía, entregar la cartera y confesar. Aquel hombre tenía los ojos abiertos cuando le robó y no estaba muerto, más bien le miraba fijamente, así que podía reconocerlo, maldijo su suerte y se dirigió a la comisaría más cercana.

El agente del mostrador le miró fijamente, mientras le entregaba la cartera en cuestión y le explicaba que la había encontrado en una acera cercana. Pocas personas en el mundo quedan tan honradas como ud, le dijo.

Juan volvió a casa, se acostó al lado de su mujer y trato de dormir aunque le resultó imposible. Por la mañana, después de recibir la bronca de ella, ”que no tenemos un duro y vas de bares”, “que no tienes vergüenza”, “que……», Juan pasó de broncas y marchó a la calle a comprar el periódico de la mañana, buscó con avidez en las páginas de sucesos; allí estaba. El conocido carterista Andrés Ferrán, al que buscaba la policía, fue encontrado a primeras horas de la noche muerto, a causa de un infarto en plena calle, horas antes, había robado en una estación del metro la cartera, con el dinero cobrado de una herencia, a Julián Ruiz, aprovechando el estado cataléptico de éste, enfermedad que sufre con frecuencia el sr Ruiz y cuya descripción sirvió a la policía para identificarle.

Un ciudadano anónimo entregó la cartera a la policía, que debió caérsele al ladrón en algún momento de su huida.

Juan se ha separado de su mujer y ha vuelto al pueblo donde nació, allí vive de lo que cultiva en el huerto.

Dejar un comentario

Your email address will not be published.

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable El titular del sitio.
  • Finalidad Moderar los comentarios. Responder las consultas.
  • Legitimación Su consentimiento.
  • Destinatarios .
  • Derechos Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.

Esta web utiliza cookies, puede ver aquí la Política de Cookies