Anselmo

Inicio / de Humor / Anselmo

Anselmo

Por: Cayo sevilla

Anselmo es mi amigo, mi amigo desde hace más de treinta y cinco años, pero eso no me hace ser especial porque el que es especial realmente es mi amigo Anselmo. Durante todos estos años, y adelanto que no es esto lo que le hace especial, ha pasado por un montón de denominaciones según las épocas, las modas y la mayor o menor mala leche de las personas que se dirigían a él o hablaban de él.

Ha sido ciego, cieguito, invidente, cegato, Rompetechos (¡ay, aquel personaje de Ibáñez!) hasta que ha conseguido ser nada más y nada menos que una normal persona ciega. Lo que le hace ser especial a Anselmo es la filosofía vital que ha desarrollado, la filosofía de la vida, de la sonrisa que ponía y pone de manifiesto siempre.

Cuando le conocí estaba en uno de los pasillos, cerca de las escaleras mecánicas, del transbordo de la estación de metro Alonso Martínez en Madrid. Siempre en el mismo sitio, siempre de pie, siempre con sus gafas oscuras y su bastón blanco como acompañantes, siempre con una sonrisa mientras repetía como un mantra su canto:

—“Y aunque parezca mentira, no he vendido ni una puta tira”.

Cantaba lo mismo a las diez de la mañana que a las cinco de la tarde por lo que o era un poco mentiroso o no le iba bien el negocio. Hay que recordar que casi cuarenta años atrás no se vendían los cupones de la ONCE tal como los conocemos ahora sino en tiras y, además, desgraciadamente, ni la organización ni los premios eran lo que son hoy en día.

Ese fue el comienzo de mi relación con él, las primeras palabras que le dirigí. “No es posible que nunca venda nada”, le inquirí y a partir de ahí cada día que hablaba con él eran perlas las que salían por su boca.

Gran conversador, bienhumorado, socarrón, así era Anselmo, pero también tenía sus dudas en esta vida. Estar en la calle o en el kiosco vendiendo cupones da para mucho pensar. Según me iba cogiendo confianza me las iba contando. La primera confidencia que me hizo es que se estaba planteando cambiar de trabajo, mejor dicho, cambiar de zona de trabajo. Yo le dije que es posible que estuviera mejor en las estaciones de Goya o Serrano, ya se sabe el barrio de Salamanca. Pero no, no era eso lo que me decía. Su intención era ir a Granada porque había oído los versos del poeta De Icaza escritos en el Jardín de los Adarves en La Alhambra y pensaba que vender cupones allí con el marketing del poema sobre su cabeza iba a ser como vender pan caliente. No le funcionó a Anselmo, pero volvió encantado con su foto y contando maravillas de la ciudad.

Dudaba, a veces, de la honestidad de las personas, de los que le decían palabras de falsa sensibilidad, de los que le compraban por caridad mal entendida disimulando su afán real de ganar unos euros, cuantos más, mejor. Llegaba incluso a dudar de que la gente fuera buena, pero siempre se desdecía a pesar de que la vida le había dado motivos para pensarlo en ocasiones.

¿Y cuál era su mayor duda? ¿Qué le acongojaba realmente y le quitaba su paz? ¿Cuál era el motivo principal de su inquietud? No sabía si quería un perro guía o no. Le desazonaba no poder tomar una decisión al respecto.

Por un lado, le habían dicho que los perros son animales muy inteligentes, es más, todos los propietarios de mascotas caninas le decían que su perro era el y lo más listo del mundo, que se enteraba de todo, que le entendía con la mirada. Eso debe ser cierto porque si vas por un parque escuchas voces diciendo: “no te alejes” o “toma un poquito más de agua” o “vas a tu bola” o “te vas a enterar cuando lleguemos a casa” y no se lo dicen a niños pequeños, no, se lo dicen a sus mascotas y dan por hecho, supongo, que les entienden. Entonces me fijo en los perros; si es un caniche o un border collie, razas más privilegiadas intelectualmente según estudios, creo que están entendiendo. Ahora bien, cuando se trata de un bulldog o un lebrel afgano…

Anselmo pensaba “me dará seguridad”, “me hará compañía”, “no nos fallaremos” y eso le hacía decidirse hacia el sí. Tenía la decisión casi tomada del todo, iba a tener un perro lazarillo, lo había decidido, sí, adelante, adelante… pero esa noche leyó y pensó y por la mañana imaginó y por la tarde decidió que no iba a tener perro.

Cuando me lo contó me di cuenta de que en el fondo había renunciado a su perro por altruismo, por compromiso social, por solidaridad de clase con los suyos. Su razonamiento era meridiano.

—A ver, Cayo, tú que eres una persona leída, ¿te acuerdas de cómo termina la novela de ese coronel que no tenía quien le escribiera?

—Me acuerdo Anselmo, me acuerdo. Pocos autores podrían terminar con esa dignidad un libro cuya última palabra fuera “Mierda”, sólo eso merecía ya el Nobel.

—Pues mira, que después de eso, que estaba yo pensando que no voy a poder recoger lo que cague mi perro a no ser que me ponga a tantear el terreno y hasta ahí no pienso llegar.

—Seguro que alguien te ayudaría, ¿no?

—Muchos no recogen los excrementos de sus propios perros como para pedir que recojan los del mío. Además, si es un pastor alemán su deshecho sería grande, luminoso, blando pero compacto, o sea, un asco para el que no sea su propietario.

—Pues Anselmo, si un día se queda sin recoger, tampoco pasa nada. Estoy seguro de que lo sentirás mucho y seguro que las personas, que son muy comprensivas, tendrán cuidado en no pisar lo que no deben.

Y allí fue cuando levantó su mirada, sí su mirada, porque en ese momento me miró, inspiró profundamente, pensó mucho sus palabras y con gran pesar por lo que podría ocurrir por su irresponsabilidad me confesó:

—¿Y si la pisa un ciego como yo? ¿Hacerle esa putada en la punta de su zapato o de su bastón? No tengo conciencia para ello, prefiero no tener perro. Porque, ¿sabes una cosa? “No es una pena ser ciego, la pena real es tener que pisar alguna mierda de vez en cuando.”

Anselmo es grande, Anselmo es especial.

Dejar un comentario

Your email address will not be published.

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable El titular del sitio.
  • Finalidad Moderar los comentarios. Responder las consultas.
  • Legitimación Su consentimiento.
  • Destinatarios .
  • Derechos Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.

Esta web utiliza cookies, puede ver aquí la Política de Cookies