900 Segundos

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900 Segundos

Por: M.A.M.G.

Mientras miraba la televisión de manera compulsiva pinchaba en el móvil para ver la hora. Las veintiuna y cuarenta y dos, remarcando el dos en su mente. Hoy es viernes último día de trabajo, pero termina a las tres. Ya casi nueve horas para esa cervecita con los amigos. ¡Amigos si, amigos y amigas….! Ya estoy cansada de esperar y no por hoy sino por todos los días. Que se ha creído que tiene aquí una esclava sumisa esperándolo. Pues hoy se entera, vaya que si se entera… Pincho de nuevo el móvil, las veintiuna cuarenta y cinco…. La cerradura de la puerta sonó y Alfredo entraba por la puerta con su cara alegre de viernes. La chaqueta al hombro y algo desaliñado.

-Buenas noches, Paloma

-Eso, muy buenas noches don Alfredo.

-¿Noto una cierta ironía en tus palabras no?

-¿Ironía? Qué va, es que estaba esperando al señor porque no sabía si prepararle el almuerzo, la cena o el desayuno de mañana.

-Pero mira que eres…

-¿Qué soy?

-¿Estas enfadada?

-¿Quién yo? No, lo que estoy es harta.

-Ya te llamé y te dije que me retrasaba ¿No?

-Sí claro me llamaste. Y con eso ya tienes cubierto siete horas. Si…

-No quiero poner excusas pero es que hoy se marchaba Amelia. La compañera de la sede central. ¿La conoces?.

-Sí claro que la conozco. La buenorra como le llama tu compañero.

-Desde luego no sé qué tienes con ella.

-¿Quién yo? ¿Qué voy a tener?

-Pues lo disimulas muy bien, doña Paloma.

-¿Ahora quien es el irónico?

-Bien, tengamos la fiesta en paz.

-De eso nada, siéntate en el sofá que vamos a hablar.

-¿Ahora? Sabes que vengo cansado.

-Sí, el señorito viene muy cansado, pero va a tener una larga conversación conmigo o ahora mismo cojo la puerta y…

-Y qué? Termina, con tu amenaza.

-No es ninguna amenaza. Es un hecho que hasta aquí hemos llegado.

-Espera al menos que me duche, me cambie y me ponga cómodo ¿no?

-No. Ahora.

-A ver ¿Qué quieres saber?

-Yo nada. Tan solo quiero que sepas que ya mi paciencia ha llegado a su fin.

-Esta bien, la semana que viene estoy aquí en cuanto salga.

-Ese, en cuanto salga qué supone ¿cinco horas de un camino que se suele hacer en treinta minutos?

-Otra vez con la ironía.

-Alfredo, Alfredo. No juegues conmigo que estás viendo como mi grado de enfado va en aumento.

-Ya lo veo. Pero solo quiero que entiendas…

-Como todos los viernes. Que entienda, que comprenda, que sea la sumisa que te espera con la cena preparada y la cama hecha para que el señorito tenga el correspondiente descanso del guerrero.

-Mira así no vamos a ningún lado.

-De momento yo voy al dormitorio a cambiarme.

-Si tienes ….

-¿Si tengo qué?

-Que si tienes eso te vayas y me dejes con la palabra en la boca.

-Está bien, me siento.

Se sentaron los dos en el sofá de manera distante. Parecían unos extraños que acababan de conocerse.

-¿Y bien? Don Alfredo.

-Digame. Doña Paloma.

-¿Guasa no?

-Por cierto esa compañera Amelia, ¿Qué ha estado, hasta el final?

-No qué va se marchó sobre las cinco. Me ofrecí a…

-¿A qué? ¿A buscarle un hotel?

Moviendo la cabeza, y sin bajar la mirada…

-Todo lo que diga podrá ser usado en mi contra ¿No?

-Pues sí. Y el jurado va a ser implacable contigo.

-Te decía que me ofrecí a llevarla a la parada del metro porque estábamos lejos pero al final mi compañero Javier la llevó.

-Qué amable el señorito.

-¿Hubiera sido mejor que la llevara yo?

-Lo que hubiera sido mejor es que te fueras cuando lo hizo ella.

-Ya sabes que insisten una y otra vez con la última copa…

-Siiii. La uuuuultima copa. Una copa te estrellaba yo en la cabeza.

-No seas violenta.

-La violencia la vas a tener esta noche.

-¿En la cama?

-Se acabó… Ahora mismo coges tus cosas y te marchas a un hotel o con tu amigo Javier.

-Está bien. Lo siento. Ya sé que hoy no habrá champán.

-Calienta, calienta más el ambiente. Que es lo que hace falta.

-Yo me voy a la cama. Abre el Frigo y te buscas algo para calmar el hambre porque yo me voy a la cama.

-¿Ahora me dejas tu con la palabra en la boca?

-No te dejo con tus copas en la boca. Porque anda que desde aquí lejos y hueles que apestas.

-Pero…

-¿Pero qué?

-No nada. Que me voy a duchar y acostar también.

-Si, el señorito se va acostar. Pero ve preparando ese lindo sofá con las sabanas que hay el cuarto de invitados que este será tu lecho.

-Leches.

-¿Qué dices?

.-No que un vaso de leche es lo que voy a tomar.

-Pues que te siente bien y te haga soñar con los angelitos que mañana te espera un día…

-¿Con tu madre?

-¡No si lo estas arreglando.!

Cada uno se marchó en direcciones distintas. Mientras Paloma se volvió y con los ojos clavados en Alfredo le soltó.

-Por cierto. Hoy era nuestro aniversario por si la memoria esa que tanto te falla para lo que quieres no te…

-Mira que eres… ¿No habíamos quedado en celebrarlo el sábado próximo.?

-Ah y por eso ni me besas por la mañana. Ni tienes un detalle. Ni siquiera lo mencionas.

-¡Acaso tu me has dejado?

Metiendo la mano en el bolsillo de la chaqueta, saca una caja de cartón muy sofisticada con un lazo rojo. Lo abre y se lo suelta en el sofá.

Paloma se queda blanca. Le tiemblan las piernas mientras se agacha a abrir la caja.

-¿Qué es?

-Nada, solo cuatro horas de dar vueltas por varias tiendas del centro acompañado por la buenorra de Amelia para asesorarme en un regalo que fuese acorde con la fiera de mi mujer.

Sin poder articular palabra, se sienta en el sofá mientras admira el anillo de piedras azul que siempre había querido tener.

-Ahora vete a la cama y déjame que tengo que preparar mi lecho.

-Anda, no seas tonto que solo ha sido un mal entendido. ¿Por cierto que has ido solo con Amelia?

-Entonces sigo preparando mi lecho?

-Contesta..

-Y si te digo que si seguimos con la lucha…

-Depende…. Que no,. En el microondas hay preparada una buena cena y el champán en el congelador.

-Ya decía yo. Por cierto el próximo año tenemos que hacerlo más creíble y gritar más que por la ventana no he visto a la vecina asomarse y así no tiene morbo,

-Vale tonto asi lo haremos…

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