Un Día Especial

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Un Día Especial

Por: Ricardo Neri

Santiago desayunaba, el noticiero de la televisión anunciaba una polémica noticia, el nuevo presidente de la nación había decidido deshacerse del avión presidencial, bajo el argumento de que era un despilfarro de recursos públicos y un ostentoso recuerdo del régimen anterior, el avión, un Boeing Dreamliner de última generación, tenía el desagradable honor de ser uno de los más costosos del mundo, más aún que el Air Force One de los Estados Unidos de América.

La polémica noticia no era que se deshiciera de él, sino la manera en que lo haría; lo incluiría en el sorteo de la Lotería Nacional, es decir, cualquiera podría ganarlo.

La fecha para el sorteo sería significativa, el 15 de septiembre, el día de la celebración de la independencia.

Santiago no podía creerlo, a sus ocho años era la mejor noticia que había recibido, pues para su corta edad era ya un apasionado de los aviones a escala, casualmente había armado un Dreamliner y lo había decorado como el avión presidencial, pues también tenía un espíritu nacionalista, emocionado le contó a su mamá la noticia, ella lo miraba con ternura y le dijo que le ayudaría a completar para comprar un boleto.

Esa mañana llegó emocionado a la escuela, les presumía a sus amigos que él tenía un modelo a escala del avión presidencial y les decía que pronto tendría el de verdad, algunos se reían, alguno se quiso burlar, pero a esa edad no hay tanta maldad.

Cuando regresó de la escuela, lo primero que hizo fue ir por su modelo, lo tomó con más delicadeza que de costumbre, con un pincel le quitó el polvo y lo revisó cuidadosamente, se daba cuenta que se notaban las imperfecciones en el acabado de la pintura, pues había usado pinceles ya que no tiene aerógrafo, pero no se preocupaba mucho por ello.

Ese fue un día especial, algo había cambiado en él, era esa emoción en la que podía acariciar la realidad, la realidad de tener un avión de verdad.

Por la tarde, en sus ratos libres estuvo buscando en internet fotografías y videos del avión presidencial, como era el tema del día le fue fácil encontrar mucho material, pensó en retocar su avión para que fuera lo más exacto al real, lo haría en las siguientes semanas, era algo que quería hacer con calma y paciencia y las vacaciones se acercaban.

Por la noche llegaron sus tías, era cumpleaños de su mamá y cenaron para celebrar, Santiago no dejaba de hablar del avión y les presumía su modelo.

Antes de dormir colocó el avión en el mueble de la sala, ahora ocupaba un lugar especial, abrió ligeramente la cortina de la ventana para que la luz de la calle lo iluminara, estaba orgulloso de él.

Se despertó un par de veces por la noche y aunque no tenía sed, fue a la cocina por un vaso de agua, lo que ralamente quería, era ver lo lindo que se veía su avión con esa luz de la calle.

Las siguientes semanas transcurrieron con cierta normalidad, la fecha para el sorteo y las vacaciones se acercaban, ahorraba el dinero que su mamá le daba los domingos y procuraba ahorrar algo de lo que le daban para la escuela, que no era mucho.

Cuando las vacaciones llegaron, tuvo tiempo para retocar su modelo, su mamá lo miraba con orgullo, admiraba lo dedicado y perfeccionista que era, pero también se preocupaba, sabía lo emocionado que estaba y lo fuerte que podría ser la desilusión de no ganar el sorteo.

En la televisión había debates acalorados sobre el tema de la rifa del avión, unos tachaban de ser una medida populista, otros defendían la postura de deshacerse de todo aquello que resultara ostentoso para los funcionarios públicos, pero hubo algo que llamó la atención de la mamá de Santiago, el costo de mantener un avión, era abrumadoramente impresionante, imposible para ella que trabajaba como secretaria en una secundaria femenil. En realidad, era imposible para cualquier persona.

Sabía que tenía que hablar con Santiago de este tema, pero no sabía cómo hacerlo, no quería desilusionarlo, la vida no ha sido fácil para ellos, ha sido más bien precaria, su sueldo apenas le permite ir al día con los gastos cotidianos y pocos son los lujos que pueden darse.

En el remoto caso de que ganara el sorteo, no podrían quedarse con el avión. ¿Cómo explicarle eso a un niño de ocho años?

Un domingo por la mañana anunciaron que al día siguiente, el lunes, saldrían a la venta los boletos, mostraron las imágenes del diseño y el costo que tendrían, Santiago comprendió que tendría que seguir ahorrando varias semanas más para completar el dinero, pues costaban más de lo que había imaginado, pero no importaba, sería paciente.

Al día siguiente, antes de irse a la escuela le presumió a su mamá el dinero que tenía ahorrado, ella se sorprendió por su disciplina y se sintió muy orgullosa.

A medio día, cuando llegó por él a la escuela, le preguntó si quería ir al expendio de la lotería para ver cómo eran los boletos, él le respondió emocionado que sí, era algo que no esperaba y estaba feliz.

Cuando llegaron, se acercaron al vendedor y su mamá le dijo:

—Santi, dile al señor qué es lo que quieres ver.

—Los boletos del avión presidencial!

El vendedor sonrió y le mostró los boletos, Santi estaba maravillado y los veía a detalle, ella le preguntó si había algún número que le gustara, él revisó las series y encontró uno que le encantó, entonces ella le dijo:

—Me traje el dinero que ahorraste y te voy a completar lo que falta, para que te lo lleves de una vez.

Santi se emocionó tanto que sus ojos se rasaron de lágrimas y abrazó con fuerza a su mamá.

Por la noche antes de dormir, su mamá fue a hablar con él, le dijo que tener un avión como ese implicaba muchas cosas, como un lugar para guardarlo y que las rentas de un hangar de ese tamaño no podrían pagarlo, como tampoco el mantenimiento, y aunque no lo dijo, ella sabía que algo tan simple como el combustible para un vuelo costaría más de lo que ella ganaba en un año.

Santi estaba desconcertado, no decía nada, sólo la escuchaba, no quería pensar, cuando ella salió de su cuarto se cubrió la cara con la almohada para dormirse pronto… Pero no pudo hacerlo, su cabeza daba vueltas, muchas vueltas, no entendía nada, ¿Cómo iban a rifar algo que la gente no podría tener?.

No lo comprendía, se acordaba de los sorteos en los que daban coches o casas y la gente los usaba y vivía en ellas, pensaba que quizás su mamá estaba equivocada.

Santi ya no se veía tan emocionado como antes, su mamá se daba cuenta y se sentía mal porque pensaba que ella le había cortado la ilusión.

Trató de animarlo diciéndole que si ganaba, de seguro habría gente, algún empresario que tal vez les ayudara a conservar el avión, le decía que como sería la gran noticia, la gente podría ayudarles.

Él sólo la escuchaba, pero no decía nada. No quería decir nada, y así pasaban los días, sin que él hablara del tema.

El día del sorteo llegó, el evento sería por la noche, esta vez era su mamá la que estaba emocionada, parecía una niña, pidieron una pizza y se sentaron frente al televisor, estaban juntos viendo el sorteo, comenzaron con los premios secundarios y el premio estelar, el avión, sería el último dela noche.

Entonces, Santi le dijo a su mamá:

—Mamá, no te preocupes por el avión, ya veremos qué hacemos con él, ¿A poco no te gustaría subirte a él?

Ella se emocionó y le dijo:

—¡Claro que sí Santi!

Cuando llegó el turno de sortear el avión, hicieron girar la tómbola y comenzaron a sacar los números, uno por uno eran los mismos números del boleto de Santi, su mamá gritaba de emoción con cada uno, cuando anunciaron el último, Santi había ganado el avión, su mamá con el rostro en llanto le abrazo y le dijo:

—¡Ganaste Santi, ganaste!

—¡Claro mamá, el boleto tiene la fecha de tu cumpleaños!, ¿no te diste cuenta? ¡De tu cumpleaños!

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