Espacio Tiempo

Inicio / de Ficción / Espacio Tiempo

Espacio Tiempo

Por: Paul J.

Relato corto: Espacio Tiempo

Hay lugares que exhalan una profunda sensación de soledad y tristeza. Hay lugares en los que el tiempo parece haberse detenido. Al pasar por allí parece invadirte la melancolía y, sin embargo, nada a su alrededor es distinto de otros lugares. Las mismas cosas, las mismas calles. Solo la gente ha cambiado. Hay algo en el aire, o tal vez en la mirada, que lo transforma todo sutilmente, levemente, pero que penetra hasta dentro de ti, y te hace apartar la mirada, o salir cuanto antes de allí, si no quieres que el veneno te penetre hacia el tuétano, y ya no puedas escapar. En esos momentos la vida te parece algo vacío y sin ningún sentido, y te parece inconcebible pensar que aún haya alguien que pueda ser feliz. Te preguntas en ese preciso momento si existirá un mañana, si llegarás a ver un nuevo día, o para qué ver un nuevo día, si será igual que éste, o peor aún. En esos momentos nada parece real; sin embargo, tú sabes que sí, y por eso tienes miedo, porque está ahí, la nebulosa invisible que lo envuelve todo con su manto de olvido, de vejez y de llanto contenido. Aunque deseas huir, sabes que no puedes, porque algo te retiene y te empuja más adentro, hasta que llegas a olisquear las esquinas como los perros, y a sentarte en los bancos y mirar por las alcantarillas y en los vanos de las aceras, como cualquier bicho. Porque eso es lo que quieres, y en eso te has convertido, en un asqueroso bicho. No hay nada en esos momentos que pueda hacerte esbozar una sonrisa, ni un pensamiento positivo u optimista. Nada. Solo está la ausencia, el silencio negro, la cara amarga de la vida frente al espejo, el ojo contaminado con la herrumbre que se desprende de los tejados. Alguna ventana se ha abierto, y también una puerta de un bajo. Sale una niña, y una anciana que la coge de la mano, y te preguntas qué estará pasando. Te preguntas cómo es posible que puedan vivir en un sitio así, si tú no lo soportas ni un instante. Quizás, te dices, viven en otro nivel de consciencia; sí, te dices; tal vez.

La tarde avanza lenta y calurosa, y va cayendo plomiza, sobre los tejados y las calles desiertas, mientras un perro derrengado y enteco camina hacia el cementerio. Los pájaros apuran la luz y alborotan entre el ramaje, buscando acomodo, un lugar apacible y fresco donde pasar la noche. De repente un coche rompe la monótona sintonía, y ruge calle abajo y desaparece, engullido por el vacío grisáceo del horizonte. La soledad lucha equidistante contra la voluntad en un mar de tinieblas, lanzando andanadas hirientes que agotan y doblegan cuerpo y mente como una brizna de hierba en la pradera. El rostro se quiebra, frágil, ante la ausencia, aplastado brutalmente por una tristeza y una pena que, aunque no real ni objetivamente certeras, hunden sus garras en las tiernas entrañas del pequeño ser que duerme.

Los ojos de los niños refulgen como estrellas en la noche, donde se balancean los dulces sueños de los cuentos de hadas; pero en los rincones de la habitación habitan las arañas, que acechan día y noche haciéndolos presos en sus poderosas redes, invisibles al ojo humano. Allí ven el horror y el miedo cada noche, y allí les aguarda el ángel de la guarda, corrompido por las fuerzas del mal, que los lleva por caminos misteriosos e insondables del abismo imaginario.

En aquellos lugares extraños y lejanos se imaginan que ven a sus seres queridos convertidos en asesinos, psicópatas, y violadores de niños, ávidos de carne fresca, joven e inocente. En aquel lugar se conjura cada noche el aquelarre donde bailan y saltan y cantan y gritan las brujas hechiceras conjurando a sus demonios. En aquel mismo lugar la niña es ultrajada y violada, y azotada hasta la extenuación en presencia de su hermano, amordazado y atado a un árbol seco. La voz, melodiosa y acompasada, sale de la garganta, mientras sus párpados se entrecierran para recordar mejor. La noche huele a oscura y fría pena, que congela el aliento y aprieta el corazón de los niños. Los ecos de una guerra siguen golpeando a los débiles, Refugiados en sus recuerdos y esperanzas de un mañana que no llega, y al que se aferran como perros rabiosos a su presa. Mientras ella canta y sueña, dos niños en su regazo tiemblan, y se apretujan a sus senos calientes contra el miedo. Un soldado cae moribundo en el suelo, bajo un cielo negro que relampaguea fuego y metralla. Carne y sangre humana fluyen como manantiales en la campiña atormentada de tumbas abiertas. Aullidos de auxilio piden clemencia y piedad con los hombres buenos.

De pronto me siento muy ligero, casi ingrávido. A ambos lados de mí corre un potente chorro de aire que me eleva sobre la cama, hasta el techo. Por un instante permanezco quieto, flotando sobre la gente que está en mi cuarto, y sigo preguntándome por qué me pasa esto. No lo sé, pero ya no importa demasiado. Han desaparecido todas las preguntas, y sólo quiero llegar de una vez. La habitación se estrecha y las figuras se encogen hacia el suelo, mientras salgo disparado hacia arriba, traspasando los techos y las paredes, moviendo el aire con unas gigantescas alas que tengo. Subo más alto, hasta las nubes blancas y vaporosas. Toco las cimas de las montañas, y la nieve de las cumbres, y sigo subiendo, y la tierra se empequeñece ante mí, y los campos dibujan sus figuras geométricas verdes, pardas y grises, mientras los últimos aviones pasan rozándome, alguno incluso atravesándome hacia su destino. Sigo el ascenso vertiginoso y cierro los ojos, pero sigo viendo, porque aquello que veo siempre ha estado ahí. Veo los planetas y las estrellas y las galaxias, y el espacio profundo y oscuro. Intento ir hacia el final de todo, pero no lo atisbo. Ahora, mi espacio corporal se reduce y se transforma, se adapta al nuevo ser que soy. Caigo de nuevo a toda velocidad, vertiginosamente. Siento frío, mucho frío. Y siento calor, un calor insoportable. Y salgo, vivo de nuevo, bajo otra apariencia, aunque sé que sigo siendo yo mismo.

Dejar un comentario

Your email address will not be published.

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable El titular del sitio.
  • Finalidad Moderar los comentarios. Responder las consultas.
  • Legitimación Su consentimiento.
  • Destinatarios .
  • Derechos Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.

Esta web utiliza cookies, puede ver aquí la Política de Cookies