Epitafio

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Epitafio

Por: Tamara

—A pesar de saber que se extraña, estoy en paz conmigo. (Al final siempre se habla).

Un día me fui para instalarme en una casa de vitrales que deja pasar la luz formando arcoíris de colores y sombras, muy acogedora, siempre me pregunté cómo sería estar en ese lugar sin que te agobiaran con preguntas de: ¿Cómo te va?, ¿Por qué estás tan flaca? ¿Ese color, que tienes?…y es que la gente no entiende que a nadie le gusta que le pregunten cosas de las que no desea hablar…

Yo me regodeo mucho en el ayer, (a todo el mundo le pasa) y cuando aprendes a jugar con los tiempos ya no sufres con los malos ratos o vergüenzas. Siempre recuerdo el primer amor y mi primer beso, de cuan tonta me sentí al probar sus labios gruesos rodeados de pelusas de bigotes que daban risa. ¡Él me encantaba! En la noche de la primera cita nos sentamos en un banco debajo del sótano de la escuela donde estudiábamos. Me abrazó con pasión y acercando su cara me dijo: —deja ver tus ojos y en el momento que le miré me sorprendió con un beso. No sabía qué hacer con aquella lengua que ansiosa buscaba la mía por toda la boca. Me petrifiqué y me sentí avergonzada. El tocaba mis senos con su virilidad revelando la excitación que sentía, yo lo paré en seco y le dije que «si él quería aprovecharse de mí, yo me peleaba». Y él se quedó así, como te quedaste tú —¡Siiii¡ …ya sé , ya sé que fue una excusa tonta, pero no encontré otra en ese momento. Solo tenía quince años y aunque era hermosa, no era coqueta, ni alegre. ¡Ahora sí!, ja, ja.—la experiencia no viene por gusto. Ahora sí me divierto mucho viajando en el tiempo y los sueños. Cuando voy a algún sitio dejo caer algún libro, le tiró del cabello a alguien y la gente se voltea buscando y yo me escondo, le cambio las cosas de lugar a algún conocido y luego los veo volverse loco, y eso, me divierte… de mi amor… Nunca más lo volví a ver, porque decía que era muy niña y lo había dejado plantado.

En otra de mis experiencias… cuando tenía diecisiete años conocí al que fue mi esposo por 30 años. Era guapo y realmente experimentado en robar besos pero también me robo el corazón. Desde ese momento comencé a vivir un calvario y ya tenía ganas de abandonarlo y empezar otra forma de vida, más sosegada.

Cuando nació mi hijo solíamos estar solos él y yo, pues mi esposo se volvió un adicto al trabajo y yo no lo comprendí hasta mucho tiempo después. El amor tiene la faceta de dejarte tonta, si no estás alerta. ¡Él no me amaba!, sus infidelidades así lo demostraron y yo contaba con 47 años, estaba cansada de la vida solitaria y triste y me enfermé. Ustedes se preguntaran. —¿Por qué no te fuiste antes?- ¡Sí!, me fui muchas veces. Me revelé contra la mentira que me mataba a diario. Durante ese tiempo conocí a otro hombre, muy guapo. El me regaló la mirada más hermosa que una mujer puede desear, llegó en momentos en que la soledad quemaba mis huesos en un hospital y él estaba allí tan enfermo como yo.

Un día cuando nos cruzábamos en una camilla del hospital e íbamos cada uno al tratamiento me tomó de las manos y dijo: —Espérame que vuelvo pronto—. Ese día demoró más de lo común y cuando regresó era un despojo de carne vomitando toxinas y contorsionándose de dolor. Estuvo varias horas así, hasta que pudo levantarse con mi ayuda y caminando poco a poco nos fuimos al balcón. El aire le hizo bien a su organismo que languidecía después de cada sesión. Cuando pudo tenerme frente a él con sus brazos echado en mi hombro me dijo mirando al cielo: —Tengo la dicha del universo ¡Tú también eres mi estrella polar… eres mi guía!

Me abrazó y besó con tanta ternura y ardor que aún hoy al recordarlo. No sé si era la fiebre que roía su cuerpo mal trecho o era el deseo de sentirse a mi lado. Éramos personas enfermas cruzando destinos en ese instante, con vidas compartidas… (No hubo despedidas. Ni supe más de él…)

Volví a mi vida sola y rutinaria con el soporte de mis hijos cada mañana. ¡Pero no!…ya yo había vivido eso y no lo quería… Quería encontrarme con el hombre que me había enseñado a ver que existían formas diferentes de amar y…Una mañana bien fría y tranquila en que todos dormían partí sin decir adiós, no podía soportar las lágrimas de mis hijos diciendo que era una egoísta por ir tras la quimera de amor. Me fui sin más, para reescribir la historia y regodearme en el pasado, presente y futuro de aquellos que me amaron, para olvidar que también me odiaron por mi partida. Estoy feliz ahora y me divierto mucho pensando en lo que pusieron en mi epitafio ¨Descansa en paz¨¨…(ja,ja …no saben que aquí con mi amor, es cuando menos lo hago).

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