El Manuscrito

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El Manuscrito

Por: Olivia López (12 años)

– Mamá! Me voy a la biblioteca, a ver si allí encuentro el libro – Y así fue, salí por la puerta y seguí
el camino que llegaba a la biblioteca.

Cuando llegué, fui directa a las fichas, a ver si por casualidad hallaba el escrito. Uy! No me he
presentado, soy Adelaide y, como a mi madre, me encanta la arqueología, a eso iba a la biblioteca, a
buscar un libro que hacía meses que estaba intentando averiguar dónde podría estar! El endiablado
libro.

Y allí suponía que tendría que estar, en el apartado de Arqueología, estantería 150, número 17. Pero
cuando llegué, ¡no estaba! La sección se finalizaba en el número 16. Entonces me dirigí a la
bibliotecaria y le pregunté sobre el tema:

– Perdona, ¿me podrías ayudar a encontrar este libro?- le enseñé la ficha, que indicaba dónde
debería estar.- He ido y he visto que concluye antes la numeración.

– Debe estar mal, vamos a ver si está en otro estante.

Volvimos a la estantería y ella, que era más alta, vio que había una caja acumulando polvo, cogió
una escalera y cuando abrimos, supe perfectamente que ese era el libro extraviado!

– Ahhh, ya sé por qué está catalogado, pero no en su sitio, nos lo donaron con esta figurita hace
mucho tiempo, pero al ser tan frágil no te lo puedo dejar llevar, pero si quieres lo puedes
consultar aquí mismo.

Así fue, me senté en mi butaca favorita al final de la sección de animales, y… en el momento en que
abrí , se cayó un sobre, miré a mi alrededor y después saqué de su interior una carta, entonces la
empece a leer:

Quién esté leyendo esto, tiene un gran privilegio, pero debe mantener la información en secreto, ya
que la historia que os contaré es algo muy complicado de asimilar:

Un día que fui a una excavación con mi padre, me alejé un poco y encontré una caja que estaba
abandonada, así que, la cogí y me la llevé a un rincón donde no acostumbraba a haber nadie. La
abrí, y en su interior había una figurita que parecía estar hecha de hueso. Empecé a jugar con
ella, me quedé absorta al ver esos detalles en la cabeza del león, le acaricié… y de repente estaba
en otro sitio. Me era familiar, no sabia por qué, pero lo era. Después, vi una pequeña figurita como
la que había encontrado en el yacimiento, en ese momento no le presté atención, ya que había un
pequeño rayo de luz que venía de una rendija en la puerta, me acerqué, la abrí… y vi a mi madre al
final de las escaleras! Por eso me sonaba tanto ese desván, volví a tocar la figurita, y volví a estar
en las excavaciones, eso quería decir que mi familia tenia algo que ver con esos muñecos y que las
piezas se comunicaban una con la otra, que si tocabas una te llevaba donde estaba la otra!

Durante un tiempo me costó decidir qué debía hacer , pero siempre, a cualquier parte que fuera,
me llevaba una y la otra la dejaba en el desván. Empecé, una mañana en el recreo de la escuela,
transportándome a casa a media mañana para ver qué ocurría allí cuando yo no estaba. Más tarde
al llegar a casa después de la escuela, vi a mi madre muy asustada y preocupada, creía que había
entrado alguien en casa aquella mañana a robar, ya que algunos objetos estaban fuera de lugar.
Un semana después de que finalizara el colegio, nos fuimos todos de vacaciones donde siempre.
Lógicamente me llevé una de las estatuillas, como me aburría, y no tenia amigos en ese pueblo, les
dije a mis padres que me iba a dar una vuelta por los alrededores, pero en realidad me iba a casa.
A mi amigo le costó entender cómo estaba allí, no le conté lo de las figuras porque si no se
esparciría por todo el colegio. Ahora ya ni me acuerdo cómo lo convencí, seguí yendo durante toda
la semana, menos el fin de semana, que tuve que quedarme. Además, esos días me hice amigo de
unos hermanos, estuvimos jugando y pasándonoslo muy bien, pero me tuve que ir, así que dejé una
estatua en la cabaña, en una caja muy bien escondida. Todos los fines de semana iba a visitar a mis
compañeros durante un año, hasta volver a ir de vacaciones.

Como ya he dicho demasiadas veces, siempre, literalmente siempre, llevaba una de las figuras en mi
bolsillo (hasta para ir al baño), me encantaba, porque, hasta alguna vez, a mi hermano mayor, le
había hecho alguna jugarreta, que a veces salía mal.

Pasó mucho tiempo hasta que un día, ocurrió algo que me hizo dejar de usar la figura, como ya era
más grande, mis padres ya no me hacían volver con alguna madre de algún amigo a casa, iba
andando y charlando con mis amigos, pero a veces rozaba la cabeza y… hop! ya estaba en casa. Un
día que ya estaba en casa, porque había ido corriendo, me encontré con la puerta de entrada
medio abierta, asomé la cabeza, y vi dos hombres vestidos de negro robando en casa. Me asusté,
así que me escondí detrás de los arbustos en la parte delantera, como la calle estaba desierta,
pudieron salir y entrar en la furgoneta. Cogí mi teléfono y rápidamente avisé a mi madre, que en
cinco minutos llegó con policías que registraron toda la casa. Mi madre vino corriendo y me dio un
abrazo que me hizo pasar parte del miedo. Más tarde me acordé de la figura, subí al desván a ver
si aún estaba, no, después fui a mi habitación, tampoco, estuve horas mirando por todos los
rincones de la casa, pero no estaba por ninguna parte.

Pasé días pensando qué debía hacer, y al final me decidí, acaricié la cabeza del león… y me
encontré en un sitio a oscuras, parecía una sala, pero no sabía que hacer, cerré los ojos y deseé con
todas mis fuerzas volver a casa, y cuando abrí de nuevo los ojos estaba en el desván de nuevo, no
sé cómo lo hice, pero sé que no era un sueño mi imaginación lo que me había llevado allí.

Billy Benson
12 años

Cuando acabé de leer la carta, me quedé unos minutos pensativa, ese niño ya debe ser de muy
avanzada edad, o puede que haya fallecido, quizás podría averiguarlo. ¿Dónde puedo encontrarlo?
Después me fijé que dentro de la caja había una figurita de león como la que había descrito, pero
solo una, eso quería decir que ¿aún no habían encontrado la segunda? Me costó decidirme pero al
final lo hice, me acerqué a la estatuilla, le acaricie la cabeza y…

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