II de Floreal de 2485.

Los comensales ya están sentados a la mesa. Es Fiesta Grande en la Confederación de los Estados Unidos de Norte, Centro y Sudamérica y Europa. Se celebra el aniversario de la unión de las dos grandes potencias del primer mundo. Hay algún invitado asiático y africano, cuestiones de protocolo, ya se sabe. Oceanía ya no existe, desde que en el año 2166 se la anexionaron los entonces llamados Yankees. Todos están muy orgullosos de pertenecer a esta nueva Pangea llamada oficialmente Confederación Internacional de Estados Soberanos de América Norte, Central y Sur, Europa Oriental y Occidental y Rusia. Dado que el nombre es imposiblemente largo, la denominación habitual en los medios de comunicación es CIESANCSEOOR. Obviamente la palabra soberanos la pusieron por una cuestión de puro márquetin, porque quedó bien claro, desde el primer momento, quién cortaba el bacalao en la Confederación. Un comité de expertos estuvo deliberando durante meses, hasta que acordaron que el calendario oficial sería el mismo de la revolución francesa, y el idioma oficial, el inglés, si bien se toleraba el uso de otras lenguas siempre y cuando fuese en la intimidad. La moneda única era el dólar, por supuesto. El dólar del país antiguamente llamado USA.

Entre la creación de la Confederación y el día de hoy, justamente trescientos años después, han pasado muchísimas cosas en el mundo. Bueno, como mínimo en el mundo que interesa a la prensa, el Primero, el CIESANCSEOOR. Suponemos que en otros países también han debido pasar cosas, pero lo cierto es que no tenemos demasiada información al respecto.

Entre los acontecimientos más destacados – y sin ánimo de ser exhaustivos- podríamos señalar la expulsión a otros planetas del sistema solar -una alternativa idónea a las ya desfasadas prisiones de los siglos XX y XXI-, la vacuna del cáncer y el sida -criticadas en su momento por algunos miembros del colectivo antivacunas, colectivo que ya no existe puesto que todos sus miembros murieron de enfermedades contra las que obviamente no estaban vacunados- y una esperanza de vida de ciento cincuenta años. Todo esto fue, por supuesto, antes del gran descubrimiento científico de las últimas décadas: el retorno de los dinosaurios. Una paleontóloga se propuso reimplantarlos en el planeta, a partir de la clonación del ADN encontrado en los fósiles repartidos por museos de todo el mundo. El coste de la misión no se ha conocido jamás, pero el caso es que, después de muchos años de esfuerzo, el primer dinosaurio postmoderno, un eoráptor hembra, vio la vida. Y después un macho, para que se pudiesen reproducir.

Y claro, la noticia se extendió rápidamente por toda la CIESANCSEOOR. Y poco a poco, se fueron reintroduciendo otras especies de dinosaurios. Algunas se pusieron de moda entre la gente rica de la CIESANCSEOOR, que los adoptaron como mascotas. Otros fueron enviados a vivir en zonas del planeta no- CIESANCSEOOR, donde había problemas de superpoblación extremos. No hace falta precisar que en estos casos, los dinosaurios que se enviaban eran siempre carnívoros, y que al cabo de pocos años la superpoblación había dejado de ser un problema.

Y poco a poco, los dinosaurios fueron apoderándose del mundo. De todo. El CIESANCSEOOR y el no- CIESANCSEOOR. Eran más fuertes, más grandes, más salvajes que la propia especie humana – y esto es mucho decir. Algunas especies herbívoras acabaron adoptando humanos como mascotas. Las especies no herbívoras, pero, fueron los que acabaron teniendo el poder. Y hoy, II de Floreal de 2485, día del tricentenario de la creación de la CIESANCSEOOR, están de fiesta.

Los comensales ya están sentados a la mesa. Se miran impacientes, tienen hambre. Unos pterosaurios les sirven el almuerzo. Hoy, los tiranosaurios se zamparán a Donald J. Trump XVI, antiguo presidente de la CIESANCSEOOR.

Por Teo Torriatte