Respira en Silencio

Inicio / Dramáticos / Respira en Silencio

Respira en Silencio

Por: Alejandro Bello

Título de relato corto: Respira en Silencio

“Respira en silencio, respira en silencio”, me digo. Dios, me asalta la duda, ¿lo habré dicho en alto? ¿Se me ha oído?

No sé dónde están, ni cuánto tiempo ha pasado. Solo sé que soy un cobarde. Un maldito cobarde. Solo un cobarde podría hacer lo que yo estoy haciendo. Se me tensan las manos, las aprieto con fuerza queriendo romper el tiempo, el Mundo, la vida, el caos, el orden… Dios, ¿Qué está pasando ahí fuera? Me corroe la duda, daría mi vida por saberlo, pero me escondo para salvar mi vida, paradoja de cobarde, paradoja de miedo.

Quizás podría asomarme y mirar. Quizás si lo hago despacio. Probaré. No! No! No! La madera ha crujido, cierro los ojos y los aprieto con fuerza, van a venir, lo sé, van a venir, Dios, Dios, Dios! Van a venir. Pasa un segundo y no han venido. Pasan dos y no han venido. ¿Estaré a salvo? Puede que no lo hayan escuchado. Cinco segundos y sigo a salvo.

Ha pasado un minuto. Nadie ha acudido. No he oído nada. ¿Estaré a salvo? ¿Estarán preparándose para lo que me van a hacer? Escucha, imbécil, escucha, respira en silencio, te van a encontrar, respira en silencio…

Ahora esto. Pantalón empapado. Me he meado encima. Noto el calor del pis. Pienso en que, ayer mismo, mearme encima habría sido una tragedia. Hoy no es nada. Las tragedias siempre son relativas.

Ojalá no hubiera venido, ojalá. Ojalá pudiera hacer magia, dar marcha atrás en el tiempo, una hora, una maldita hora. Solo una hora. No puedo evitar llorar. No sé no llorar. Dios, ¿se oirán mis lágrimas caer en el suelo? Cuidado. Cuidado. Cuidado.

Tiemblo. De frío. De miedo. De asco. De asco hacia mí mismo. No escucho. Malditos. Haced ruido, malditos. Deseo gritar. Lo deseo con tantas ganas que no sé si lo haré.

No puedo más. No puedo más. No puedo más.

Mamá, mamá, mamá. Siempre llamamos a nuestra madre, por mayores que seamos. Mamá. Es una llamada de auxilio. De desesperación. Mamá. Cuando llega el límite, siempre llamamos a nuestra mamá, sin querer llamarla.

Oigo un sonido. Un chirrido. Un metal que roza con algo. O una caja arrastrada. Ahora silencio. Odio el silencio. ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Será para mí? ¿Será la cadena de la que me colgarán? ¿Será la caja en la me meterán al morir?

Pasos cercanos. Muy cercanos. Dios, Dios, Dios, llamamos a mamá, llamamos a Dios…

Han girado el pomo. En tres segundos sabré si voy a morir o seré salvado.

Uno.

Dos.

Dejar un comentario

Your email address will not be published.

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable El titular del sitio.
  • Finalidad Moderar los comentarios. Responder las consultas.
  • Legitimación Su consentimiento.
  • Destinatarios .
  • Derechos Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.

Esta web utiliza cookies, puede ver aquí la Política de Cookies