Nacida en 1967, mujer revolucionaria y adelantada a mi época

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Nacida en 1967, mujer revolucionaria y adelantada a mi época

Por: Eὐσέβεια1

Una tarde de verano y con tan sólo a la edad de cinco años, en mi mente merodeaba una pregunta para mi hermana que era mayor que yo ocho años o para mi madre, mi hermana al llamarla me respondió «¡Déjame en paz!» Así que decidí que no era la más indicada para hacerle pregunta, mi otro recurso era…

—¡Mama!, ¿Por qué dicen que si no te casas te quedas para vestir santos? —Le pregunté a mi madre.

—Pues… —balbuceó— pues… Porque si no hay ningún hombre que te quiera y que te mantenga, o te tienes que ir a un convento y hacerte monja o te quedarás soltera para ayudar al cura en la iglesia, a vestir y cambiar las túnicas a los santos para las procesiones. No ves a la señorita pepita (la maestra del colegio de monjas al que iba en el primer curso de pre-escolar a la edad de 4 años) y a la señorita lolita (la maestra que nos daría el segundo curso de preescolar un año después). Todos los días la señorita pepita va a la iglesia a preparar las cosas para la misa antes de ir al colegio y cuando es la procesión de la Inmaculada Concepción arregla las flores y todo lo del trono, le pone el manto y las joyas a la Virgen para que esté muy guapa ese día.

No muy convencida, seguí preguntando:

—pero… ¿Si estudio mucho, termino el colegio, voy a la universidad y luego trabajo, podré comprarme una casita, tener hijos y tener perritos?… No necesitaré casarme para eso.

—Hija, si no te casas con un hombre no podrás tener hijos, ellos son los que ponen las semillas en nuestro cuerpo, para poder tener los bebés, sí podrás tener perritos, los cachorros de Melina (Melina era nuestra mascota de compañía de raza pastora belga) cuando se hagan grandes tendrán perritos, y tú los podrás cuidar en tu casita si trabajas.

—Pero… mamá ¡Yo quiero tener hijos y no casarme con ningún hombre! —insistí en ello.

—¡Estás loca! ¡Eso no es de ser buenas mujeres! ¡El Señor te va a castigar! —Exclamó mi madre.

Mi madre había nacido el 31 de Diciembre de 1937, y era la segunda de seis hermanos, a los que cuidaba desde muy pequeña, ya que salían a trabajar mis abuelos a la huerta para plantar patatas, tomates, pimientos, cebollas, habas, maíz y otras hortalizas para poder tener alimentos para su autoconsumo y para cambiar con otros vecinos por otros productos de necesidad para comer o vestir (el trueque de alimentos) ya que no tenían dinero para comprar, estaban inmersos en la “Guerra Civil de España”. Por ello tampoco pudo asistir a dar clases mucho tiempo solo lo suficiente para su gasto, como ella misma me decía —he ido a que el maestro me enseñara, el catecismo y lo justo para mi gasto (su gasto era hacer sencillas operaciones matemáticas: sumas y restas, leer un poco y escribir con muchas faltas de ortografía, pero era solo para su gasto). Cuando yo iba a sexto curso de la E.G.B. le enseñé un poco más a escribir y a leer mejor con las revistas del corazón, sobre todo con una de las revistas que nos comprábamos titulada “Super-pop”.

Su mentalidad de los años de la postguerra, de creencia católica, muy religiosa, practicante férrea en la fe cristiana y de ir a misa todos los domingos y fiestas de guardar llevándonos a todos los miembros de la familia por delante de ella, no aceptaba que las mujeres podían decidir quedarse solteras, fecundarse in vitro para tener descendencia, adoptar o quedarse embarazadas por acuerdo mutuo entre un hombre y una mujer sin necesidad de ser pareja de hecho o de derecho, nada de formar una familia monoparental. Para ella, eso 40 años atrás era de, sin querer menospreciar o insultar a nadie, lo que decían en aquella época es “SER PUTAS”. Hoy a sus casi 85 años y con un Alzheimer agravado ya no puede expresar nada de lo que pueda pensar, hace unos años, sabiendo que tenía ella, ya, la enfermedad de Alzheimer, en alguna ocasión saqué el tema de nuevo y me contestó:-“Teniendo salud y un buen trabajo la mujer puede hacer lo que quiera. Sólo tiene que proponérselo”. No como antes que quien mandaba era el padre mientras estabas en la casa familiar y luego el marido que te sacaba de la casa familiar para poder formar en otra casa otra familia, tu familia. Esa respuesta me sorprendió, el cambio de mentalidad o el saber de su enfermedad le dio otra perspectiva a la forma de vivir, de sentir y de expresar algo que quizá ella no lo pensaba así, pero la época en la que vivía tenía que decirlo. Por suerte, yo he expresado siempre lo que pensaba y sentía, desde muy niña.

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