Me aburro, ¿Dónde está la diversión?

Inicio / de Aventuras / Me aburro, ¿Dónde está la diversión?

Me aburro, ¿Dónde está la diversión?

Por: Diego Cesteros (9 años)

Relato: Me aburro

Un día igual que éste, Orión, nuestro protagonista, se aburría como todos los días desde hacía tiempo. Es un elefantón de 9 años que vivía en un bosque de animales mitológicos, y él era una mezcla de un ratón y un elefante. Ese día decidió hacer una escapada por la noche para buscar a la diversión. Alguien la debía de tener guardada en algún rincón y quería encontrarla.

Cenó, se puso la ropa de salir y encima el pijama. Hacía mucho calor pero lo tenía que soportar para que nadie sospechara nada. Cuando sus padres le dieron un beso de buenas noches, apagaron las luces y se fueron a dormir. Fue entonces cuando él empezó la escapada.

Se quitó la ropa de dormir, cogió una linterna y también una chaqueta por si hacía frío fuera. Bajó las escaleras sin hacer ruido y abrió la puerta con sigilo. Salió a la calle y de pronto se encontró a un policía vigilando las calles. Como había oído un ruido, el policía encendió su linterna y cruzó la calle hasta la casa de nuestro protagonista. Pero como Orión era un niño muy inteligente y con buenas ideas, cogió una tela de un arbusto, se la puso encima y se quedó quieto con los brazos en cruz en la pared.

El policía era un gnomo muy joven de trescientos cincuenta años y le gustaba mucho su trabajo. Rápidamente, cogió su linterna e iluminó la pared donde estaba nuestro elefantón, pero por mucho que miraba sólo veía una pared. Esa tela que Orión había cogido para camuflarse la había dejado preparada por si la podía necesitar.

En ese momento, sonó el móvil del gnomo. Era su mujer que necesitaba ayuda porque una de las tuberías del baño se había roto. Por este motivo tuvo que marcharse en su moto como un rayo. Estaba tan nervioso que no se dio cuenta de que un sobre muy importante se le cayó del sombrero cuando acababa de arrancar.

Orión, que había visto lo sucedido, se quitó la tela y cogió el sobre. Le costó mucho abrirlo. Lo intentó por un lado y por otro, hasta que por fin lo abrió. Sacó el papel que había dentro y lo desdobló. No se lo podía creer…¡¡era el mapa de un tesoro!! Pero había letras extrañas que no podía descifrar. Parecía escrito en lenguaje de gnomo, por lo que intentó hacer memoria de lo que había aprendido en clase de lengua Ignomus, que es el idioma que hablan los gnomos.

Lo que más le llamó la atención del mapa es que había una cruz que señalaba dónde estaría el tesoro con la palabra «diversión» en grande. ¿Sería la diversión que estaba buscando? ¿Sería el gnomo el ladrón de la diversión que tanto buscaba?

Orión cogió su linterna y se fue guiando por el mapa dando muchas vueltas. Tuvo que cruzar el Mercahadas, que es donde su madre solía hacer la compra. También tuvo que pasar por el colegio al que iba todos los días, menos los domingos. Y hasta le tocó cruzar el lago por donde tenía prohibido acercarse porque había pirañas hambrientas.

Para pasar al otro lado se le ocurrió que podría utilizar su trompa para coger la rama de un árbol lo suficientemente grande como para llegar a la otra orilla. Cuando la cogió, la soltó cuidadosamente en el lago y saltó sobre ella. Para moverse, utilizó otra rama como remo. Le costó mucho llegar a la otra orilla porque las pirañas saltaban, pero afortunadamente no le mordió ninguna.

Cuando llegó a la otra orilla se dio cuenta por el mapa de que ya estaba muy cerca de la diversión. También vio un puntito rojo en el mapa y creyó que era el tesoro que buscaba, pero cuando se acercó, solo vio un jarrón redondo de color verde con rallas. Lo abrió y solo encontró un papel que tenía escrito en letras de color azul la palabra: «PISTA».

– ¡Era una pista! -gritó en alto Orion-. No se lo podía creer. Desdobló el papel para ver si había algo escrito y leyó en voz alta.

«Si quieres encontrar la diversión, esta adivinanza te ayudará:

De cartón o plástico soy yo,
y entre cuatro vértices guardo tus secretos»

Orión pensó en sus clases de mates y de manualidades. Se pasó un buen rato pensando hasta que se dijo a sí mismo -¡Una caja!-. Claro, tenía que ser una caja porque tenía cuatro vértices y es donde él solía guardar sus tesoros.

Miró a su alrededor y vio una cajita de cartón con seis agujeros. La abrió y encontró dentro una bola de fuego de color azul. Con cuidado quiso tocarla y descubrió que no quemaba. Era suave y blandita. Le gustaba.

Se puso a jugar con ella lanzándola hacia arriba y cogiéndola cuando bajaba. Cada vez lo hacía con más fuerza hasta que la lanzó tan alto que explotó y se esparció en bolitas. Iban a toda velocidad por el cielo estrellado y una fue directa a él. Cuando quiso darse cuenta, se le había metido en la trompa.

Entonces, de pronto sintió que ya no se aburría. Por mucho que lo intentaba, no se sentía aburrido como antes. Le entraban ganas de hacer muchas cosas pero ya estaba tan cansado que sólo pensaba en irse a la cama. Y por eso se marchó a casa a dormir. Y soñó con su aventura.

A la mañana siguiente, aunque tenía colegio, se levantó con una energía como hacía años no tenía. No tenía la sensación de estar aburrido y quiso llegar pronto al colegio para contárselo a sus amigos. Y lo más sorprendente fue que todos sus amigos también dejaron de aburrirse. Jugaban al pilla pilla, al escondite, al balón sentado y a muchos juegos más que antes no jugaban.

Y así es como Orión encontró la diversión.

Fin

Dejar un comentario

Your email address will not be published.

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable El titular del sitio.
  • Finalidad Moderar los comentarios. Responder las consultas.
  • Legitimación Su consentimiento.
  • Destinatarios .
  • Derechos Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.

Esta web utiliza cookies, puede ver aquí la Política de Cookies