Nueve Semanas sin Medias

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Nueve Semanas sin Medias

Por: Oscar Osvaldo Brance

Oscarcito, ¡no sabía hacer nada de nada! La madre recibe un telegrama: ¨urgente porota
grave, vení¨. Antes nadie tenía teléfono, así que te enterabas de las malas noticias por la
radio, o un telegrama. Así fue que la madre del Oscarcito viajó un 10 de enero a la capital,
para cuidar a la hermana que estaba muy enferma.

Oscarcito hacía un tiempo que estaba noviando y la cosa iba en serio, así que el padre de
la joven lo había autorizado a visitarla los miércoles y los sábados.

Oscarcito lo que tenía de inútil para las cosas del hogar, lo tenía de trabajador en lo demás,
era un tío muy apreciado en su trabajo.

Era un as, para escaparle al compromiso; tenía escusas y cuentos para todo. La muchacha,
digna hija de su madre, tenía una batería de preguntas incisivas:

– Decime Oscar, algún día me voy a vestir de blanco?

– Siiii, el mes que viene!!!!

– De verdaaaddd?

– Siiii, vas a practicar karate!!!

Fue así que el primer miércoles cayó de punta en blanco a visitar a la novia, el sábado lo
mismo, pero a la segunda semana empezó a repetir la vestimenta, y al mes de faltarle la
madre empezó a usar las medias del lado del revés. Un sábado llegó con una media de cada
color…

– uyyyy que distraído, ¡¡¡no me di cuenta!!!!

A fines de agosto empezó a ir de alpargatas, de mocasines; sin medias claro!. La novia le
decía:

-Qué raro tú que eres tan elegante. ¿Has venido sin medias?

– Y sí hay que modernizarse, siempre tan formal, tan formal que te cansa!

A la novena semana de soledad, cayó una helada tardía, hacía un frio bárbaro y el hombre
apareció de alpargata y pantaloncillos de tenis

La novia y la vieja vizcacha (la suegra) lo encararon ni bien entró

– A ver, joven, muéstreme el cuello de la camisa.

El Oscarcito estaba rodeado, inclusive el suegro era de la partida… parado en el lindel de
la puerta de la cocina con una cerveza, parecía un guarda espalda el viejo.

– ¡Ahh pero eres un roñoso, mira la mugre que tienes! – le dijo la prometida.

Fue así que el Oscarcito confesó que no sabía lavar la ropa, ni siquiera cocinar, así que
estaba a fiambre, y café solamente.

– Mire joven Oscar, con la nena vamos a ir a limpiarle la casa y a lavarle la ropa, pero usted
tiene 10 días para poner fecha de casamiento, ¡o lo hecho!

Fueron nueve semanas sin medias, yo creo que hasta los calzoncillos tenía encarnado el
Oscarcito. La vieja vizcacha lo acorraló, y de más está decir que fueron felices y comieron
perdices.

– ¿Y las medias?

¡Eran un lujo!.

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