Por: Natalia (10 años)
Hace muchos años cuando se formó La Tierra, todo era naturaleza y los seres vivos la respetaban.
Entonces evolucionaron los humanos. Al principio la cuidaban como hacía todo el mundo pero
entonces empezaron a fabricar coches, fábricas, aviones… La Madre Naturaleza esperó con mucha
paciencia a que se dieran cuenta de su error pero pasaron los años y seguían igual así, que un día
decidió tomar medidas. Hizo llamar a su consejero más fiel, Abeto, para que la aconsejara.
– Bien Abeto tenemos que tomar medidas inmediatamente – dijo Madre Naturaleza.
– Ya lo sé mi señora – dijo Abeto preocupado. -Los humanos se han desmadrado.
– ¡Se me ha ocurrido una idea! – Dijo Madre Naturaleza. – Tráeme ahora mismo las cajas con los
virus.
– Sí señora – dijo Abeto mientras corría a buscarlas.
Enseguida volvió con un montón de cajas en el regazo.
– Aquí los tiene señora – dijo Abeto servicial.
– ¿Qué me recomiendas? – Pregunto Madre Naturaleza pensativa.
– Bueno aquí están el S.A.R.S, la Gripe A… – Enumeró Abeto.
– Esos ya los utilizamos y no han surtido efecto – dijo Madre Naturaleza.
– ¿Que propones? – Preguntó Abeto.
Madre Naturaleza miró las cajas y respondió:
– ¿Que te parece covid-19? – Dijo Madre Naturaleza.
– ¿Covid-19? – Repitió Abeto pensativo. – Desde luego los humanos darán un escarmiento pero
también perderían a mucha gente.
– No perderían a tanta gente si desde el principio cumplieran con un confinamiento – dijo Madre
Naturaleza.
– ¿Pero…y si no lo hicieran? – Dijo Abeto preocupado.
– En ese caso el virus se expandiría por todo el mundo – contestó Madre Naturaleza.
– No entiendo. ¿Cómo que por todo el mundo? ¿O sea que cuando empiece el virus no va a estar ya
en todo el mundo? – Preguntó Abeto.
– No. Yo había pensado que podría empezar en alguna ciudad de China por ejemplo – respondió
Madre Naturaleza.
– ¿Que te parece Pekín? – Propuso Abeto.
– No. Alguna ciudad más modesta cómo por ejemplo Wuhan – Respondió Madre Naturaleza.
– Vale. Los humanos recibirán el castigo que se merecen por tratar así al medio ambiente durante
tanto tiempo – dijo Abeto.
– Sí – dijo Madre Naturaleza.
– Aún tengo una pregunta – dijo Abeto.
– ¿Que pregunta? – Dijo Madre Naturaleza.
– ¿Cómo sabremos en qué momento aprenden la lección los humanos para decirle al virus que pare? – Preguntó Abeto.
– El mismo lo sabrá cuando llegue el momento – respondió Madre Naturaleza.
– ¿Abrimos ya la caja? – Dijo Abeto impaciente.
– ¡Claro! ¡Ábrela! – Dijo Madre Naturaleza igual de impaciente.
Abeto se puso un traje especial para no contagiarse y le trajo otro igual a Madre Naturaleza.
Tuvieron muchas dificultades a la hora de ponérselos y cuando lo consiguieron, Abeto se dispuso a
abrir la caja. Cuando la abrió salió un virus en forma de corona que los miró con curiosidad.
Entonces Madre Naturaleza le dijo:
– Durante años los humanos han talado árboles, fabricado coches, aviones… Contigo esto va a
cambiar. Les darás un escarmiento a los humanos junto con tus amigos y familiares. Empezaréis en
Wuhan, una ciudad de China y luego os expandiréis por todo el mundo – dijo Madre Naturaleza.
Genial – dijo covid-19 maliciosamente. – Me voy a avisar a todos mis conocidos. Estarán
encantados por este festín inesperado.
– Vale, pero recuerda que cuando los humanos aprendan la lección debéis retiraros – advirtió Madre
Naturaleza.
– ¡Comprendido! – Respondió covid-19. – Igualmente nos vamos a dar un festín magnífico porque
hasta que se den cuenta de su error…
Mientras tanto en el mundo de los humanos por suerte todos ajenos a esas palabras seguían con su
vida cotidiana: los niños en el colegio, los adultos trabajando y los perros la mayoría en su casa
descansando. Los niños no sabían que serían de los últimos días que verían a sus amigos y a sus
maestros. Los médicos no sabían que pronto les vendría una nueva neumonía a la que no podrían
controlar, que las UCIS se colapsarían y que habría un montón de muertos. En resumen que todos
estaban contentos ajenos a lo que se avecinaba.
Al día siguiente apareció la primera noticia de una neumonía desconocida. Nadie le dio mucha
importancia pero pasó un tiempo y ya el número de contagiados creció hasta alcanzar una cifra tan
alarmante que todos los chinos se confinaron. El virus se expandió por todo el mundo y de repente
los humanos lo comprendieron. La Madre Naturaleza les estaba castigando por no haber cuidado el
medio ambiente y ese virus seguiría matando gente hasta que corrigieran su conducta. A partir de
ese día todos los humanos sin excepciones respetaron el medio ambiente y el covid-19 se fue.
– Ves, Abeto – dijo Madre Naturaleza satisfecha. – Los humanos lo han cazado enseguida.
– Es verdad – dijo Abeto. – Yo pensé que tardarían más.
Justo en ese momento llegaron los covids-19 muy satisfechos de sí mismos.
– Lo hemos hecho bien eh – dijo uno.
– Lo habéis bordado chicos – dijo Abeto.
Los volvieron a meter en su caja y ahí se quedarán hasta que los humanos vuelvan a olvidar el
medio ambiente. En ese momento Abeto y Madre Naturaleza volverán a abrir esa caja y los covids-
19 volverán a invadir el mundo de los humanos que se sumirían en la misma desesperación que la
primera vez.
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