Perspectivas

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Perspectivas

Por: Antonio Moreno

La noche era insultantemente fresca. Lejos del mundanal ruido y de las luces del puerto, las estrellas producían el mayor de los espectáculos. La luna nueva les regalaba un manto de estrellas de una magnitud sobrecogedora.

El ruido de los pasajeros ocupando sus asientos de forma brusca, les hizo mantenerse alerta mientras el patrón de la embarcación comprobaba que todo estaba en orden. Pudieron elegir asientos con vistas al horizonte, lo cual era una buena noticia, ya que les haría ver su destino de una forma más optimista, y les resultaría algo más fácil dejar atrás los muchos recuerdos que atesoraban. El tiempo les había enseñado que la vida, era cuestión de perspectivas.

El cansancio acumulado de varios días, hizo que Samir y su hermano Ahmad se durmiesen nada más adentrarse en la embarcación. Los billetes del pasaje los llevaba Samir doblados en un pequeño bolsillo de su camisa de cuadros. Él era el mayor de los dos hermanos.

El plan, estaba claro. Una vez llegarán a su destino, se entrevistarían con el empresario al cual habían sido recomendados por su primo KHALED. En sus mejores previsiones, conseguirían el trabajo que tanto necesitaban para empezar una nueva vida. Ahorrarían, prosperarían y podrían pagar los billetes del pasaje de su familia, los cuales esperarían ansiosos noticas de la buena nueva. Su anciana madre, su bella esposa Fátima, y su hija Sara; su pequeño tesoro de 3 años de edad. En poco tiempo, su hija Sara podría ir al colegio, y disfrutar de sus nuevas amigas, con las que podría jugar cada tarde en la plaza del barrio.

Su hermano Ahmad, tenía claro que, en cuanto tuviera la ocasión y pudiera ahorrar, emprendería sus ansiados estudios universitarios, el sueño que perseguía desde pequeño.

Atrás quedaba un largo viaje desde su Alepo natal, las dificultades para llegar allí, y las miles de libras Sirias invertidas en tan importante empresa. No había otra opción que mirar de frente. De no mirar atrás ni para coger impulso. Solo podían divisar el horizonte y el futuro desde esa perspectiva.

A las cuatro y veinte minutos de la madrugada del 23 de junio de 2016, la maltrecha embarcación, se encalló en la costa Barbateña. Los focos de luces con los que les apuntaban los efectivos de Salvamento Marítimo, les hicieron despertar de sus sueños.

Como Segismundo, Samir también soñó que estaba allí, prisionero, soñó que estaba en otro estado más favorable. Se respondió así mismo que la vida era un frenesí, una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

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